El cáncer es quizá una de las enfermedades más devastadoras. El glioblastoma, por ejemplo, es un tipo de cáncer muy agresivo que se forma a partir de células nerviosas llamadas astrocitos. Los tumores se desarrollan en el cerebro y médula espinal, altera las funciones cognitivas, no tiene cura y casi siempre es fatal.
Este tipo de tumor se extiende y crece rápidamente, por lo que muchas veces los pacientes no pueden culminar los tratamientos intensivos con radioterapia y quimioterapia. Sin embargo, médicos del Hospital Metodista de Houston han sentado un hito dentro de las terapias contra un cáncer tan agresivo como el glioblastoma.
El tratamiento consiste en un novedoso casco no invasivo que usa un campo magnético oscilante para reducir las proporciones del tumor. Solo un paciente lo ha probado hasta el momento, pero los resultados son alentadores. El voluntario de 53 años usó el casco durante poco más de un mes y el tamaño del tumor se redujo en un 31%. Lamentablemente, el hombre no podrá ver los efectos de su contribución a la ciencia pues perdió la vida debido a un accidente antes de completar el tratamiento.
El casco pionero
En un sentido comunicado, el neurocirujano David S. Baski expresó que «gracias al coraje de este paciente y su familia, pudimos probar y verificar la efectividad potencial de la primera terapia no invasiva para el glioblastoma en el mundo«.
El casco posee tres potentes imanes que giran permanentemente, generando un campo magnético oscilante. Antes de ser probado en el paciente, los investigadores realizaron pruebas en cultivos celulares y células de glioblastoma humano injertadas en ratones. La reducción del volumen y masa de los glioblastomas los alentó a realizar la prueba en humanos.
El éxito del prototipo se debe a que el campo magnético interrumpe la cadena transportadora de electrones en la mitocondria. De esta forma, el organelo no es capaz de realizar las reacciones para la producción genética necesaria en el metabolismo celular.
Cabe señalar que el campo magnético no altera a las células sanas. Según los autores, esa interrupción solo ocurre en presencia de metabolitos producidos por las células tumorales para mantenerse. Así, las células sanas no resultan afectadas.
Valiosa contribución
Luego de su diagnóstico de cáncer en mayo del 2018, el voluntario se sometió a una cirugía para extirpar el tumor que se había extendido por ambos lóbulos frontales e infiltrado en el medio del cuerpo calloso. Desafortunadamente, el tumor volvió a crecer y no se detuvo a pesar del tratamiento agresivo. En abril del 2020 fue admitido para testear el casco e inició el tratamiento.
En un comienzo, el paciente se atendió en una clínica durante tres días, mientras su esposa aprendía a manejar el dispositivo. Después, continuó el tratamiento desde casa, primero con sesiones de dos horas diarias, y aumentándolas a seis horas.
Durante 36 días el tratamiento se realizó sin interrupciones. Los análisis demostraron que el tumor se redujo un 31%. Además, los cuidadores del paciente informaron que su habla y funciones cognitivas mejoraron.
Aunque la historia tenga un final trágico, los efectos del experimento son muy alentadores. «Imagínese tratar el cáncer de cerebro sin radioterapia o quimioterapia», enfatizó Baskin. «Nuestros resultados en el laboratorio y con este paciente abren un nuevo mundo de terapia no invasiva y no tóxica para el cáncer de cerebro, con muchas posibilidades interesantes hacia el futuro«.