Un equipo internacional de astrónomos ha descubierto por primera vez evidencia de galaxias enanas con agujeros negros gigantes en proceso de fusión. La investigación ha sido aceptada para su publicación en The Astrophysical Journal y está disponible para leer en el servidor de preimpresión arXiv.
En total son dos pares de galaxias enanas encontradas. El primer par se sitúa en el cúmulo Abell 133, a unos 760 millones de años luz de distancia de la Tierra. Mientras que el segundo está ubicado en el cúmulo de galaxias Abell 1758S, a unos 3200 millones de años luz de distancia.
Galaxias enanas
El descubrimiento ofrece una oportunidad única para desentrañar algunos secretos del universo primitivo, pues este tipo de eventos eran más comunes en dicha época. Sin embargo, detectarlos es un desafío, ya que su tamaño pequeño hace que sus firmas de luz sean más difíciles de observar.
Estas galaxias contienen estrellas cuya masa total es inferior a los 3.000 millones de veces la del Sol. En comparación, nuestra Vía Láctea tiene el equivalente a unos 60.000 millones de soles.
Para detectarlas los investigadores combinaron datos de múltiples telescopios: rayos X de Chandra, infrarrojos de WISE y ópticos del Telescopio Canadá-Francia-Hawaii. Los datos de rayos X fueron cruciales, pues captaron las señales más grandes emitidas por los pares de agujeros negros.
La fusión de Abell 133 parece estar mucho más avanzada que la de Abell 1758S. De hecho, el par de galaxias enanas fusionadas en Abell 133 tiene un apodo: Mirabilis. Esta es una referencia a la especie de colibrí en peligro de extinción conocida por su cola muy larga, en alusión a la extensa cola observada alrededor del par de galaxias.
En cuanto a las galaxias enanas en Abell 1758S, no parecen estar unidas en la misma medida. Han sido nombradas Elstir y Vinteuil en honor a los artistas de «En busca del tiempo perdido» de Marcel Proust. Al parecer estas galaxias y sus agujeros negros permanecen unidos por un puente de estrellas y gas, pero no se han fusionado.
“Ancestros galácticos”
El uso de estos sistemas como análogos para el universo primitivo permitirá a los astrónomos profundizar en preguntas sobre las primeras galaxias, sus agujeros negros y la formación de estrellas que causaron las colisiones.
Se cree que estos eventos de fusión de galaxias son responsables de la formación de galaxias más grandes, incluyendo nuestra propia Vía Láctea. Por eso, los astrónomos los describen como nuestros «ancestros galácticos».
Su seguimiento permitirá a los astrónomos estudiar procesos cruciales para comprender las galaxias y sus agujeros negros desde su origen. Además, los datos obtenidos podrían ayudar a resolver algunas de las inconsistencias en la historia de la formación y evolución de la Vía Láctea.
Ahora los astrónomos tienen los ojos puestos en estos núcleos galácticos duales activos (DAGN). Con ello, conseguirán verificar sus resultados y recopilar más detalles, a medida que nuestro telescopio y la tecnología de análisis de imágenes continúan mejorando.