La pandemia de COVID-19 nos enseñó que los nuevos virus potencialmente peligrosos pueden comenzar a propagarse antes de que podamos detectarlos. Sin embargo, investigadores de la Universidad de Yale han desarrollado una nueva prueba de hisopo nasal que detecta la presencia de una amenaza viral desconocida. El estudio se publicó en The Lancet Microbe.
“Encontrar un nuevo virus peligroso es como buscar una aguja en un pajar, ahora hemos reducido significativamente el tamaño del pajar”, dijo Ellen Foxman, autora principal del estudio.
Los funcionarios de salud pública suelen buscar en algunas fuentes señales de advertencia de enfermedades emergentes. Por ejemplo, estudian virus que aparecen en animales que podrían ser peligrosos para los humanos.
Pero determinar cuál de los cientos o miles de nuevas variantes virales representa una verdadera amenaza es difícil. Y cuando ocurre un brote de un nuevo virus, contener su propagación sería una tarea casi imposible. De hecho, así fue como se descubrió el SARS-Cov-2, virus que causa el COVID-19, en China a fines de 2019.
La proteína CXCL10
Para el nuevo estudio, Foxman y su equipo revisaron una observación realizada en su laboratorio en 2017, que según ellos podría proporcionar una nueva forma de monitorear patógenos inesperados.
Los hisopos nasales se toman comúnmente de pacientes con sospecha de infecciones respiratorias y se analizan para detectar firmas específicas de aproximadamente 15 virus conocidos. La mayoría de las pruebas dan negativo.
No obstante, aunque hayan dado negativo para los virus «sospechosos habituales» todavía podía verse en los pacientes sus defensas antivirales activadas, indicando la presencia de un virus. El signo revelador fue un alto nivel de una sola proteína antiviral producida por las células que recubren las fosas nasales, llamada CXCL10.
Con base en ese hallazgo, los investigadores aplicaron métodos integrales de secuenciación genética a muestras antiguas que contenían la proteína. Luego, en una muestra, encontraron un virus de influenza inesperado, llamado influenza C.
Probando el método
Los científicos también utilizaron esta misma estrategia para buscar casos perdidos de COVID-19 durante las dos primeras semanas de marzo de 2020. Si bien los casos del virus habían surgido en el estado de Nueva York en esa época, las pruebas no estaban disponibles hasta semanas después.
Cientos de muestras de hisopos nasales recolectadas durante ese tiempo dieron negativo para virus estándar. Cuando se analizó el biomarcador del sistema inmunitario, la gran mayoría de esas muestras no mostraron rastros de CXCL10. Pero unos pocos lo hicieron; entre ellos, el equipo encontró 4 casos de COVID-19 que no habían sido diagnosticados en ese momento.
Los hallazgos revelan que las pruebas de proteína CXCL10 nos ayudarían a identificar qué hisopos nasales tienen más probabilidades de contener virus inesperados. Incluso si las pruebas de virus respiratorios conocidos son negativas
Específicamente, la detección del biomarcador puede permitir a los investigadores reducir la búsqueda de patógenos inesperados. Esto hace viable la vigilancia de virus inesperados utilizando hisopos recolectados durante la atención de rutina. El método servirá para identificarlos.
Futuras investigaciones analizarán más de cerca otras proteínas que podrían tener la misma asociación, y cómo las bacterias nasales también señalarían la presencia de un virus.