Durante la era Mesozoica, los pterosaurios se convirtieron en los primeros vertebrados que conquistaron los cielos. Hoy, un fósil de darwinóptero de 160 millones de años se convierte en el registro más antiguo de un pulgar oponible.
El más antiguo
En el bosque Tiaojishan, en China, un grupo de paleontólogos descubrieron en el 2019 un fósil de pterosaurio del periodo Jurásico, al que han llamado, oficialmente, Kunpengopterus antipollicatus. Extraoficialmente, tiene el apodo de «monkeydactyil» (monodáctilo) por su habilidad de trepar árboles.
Los autores del estudio publicado en Current Biology, encontraron una nueva pieza que nos permite entender mejor cómo evolucionó el vuelo de los pterosaurios. Al parecer, trepar y vivir entre los árboles fue el primer paso para el dominio del aire y, la agilidad necesaria para la vida arbórea fue posible gracias a la presencia de un pulgar oponible. Concretamente, este es el registro más antiguo que se tiene de un animal con esta morfología ventajosa.
Los restos de la nueva especie de darwinóptero recién descubierta, fueron sometidos a un escaneo con microtomografía computarizada para crear una imagen tridimensional. Ésta es una técnica acertada pues genera la imagen capa a capa con la incidencia de rayos X sobre los huesos del dinosaurio volador. De esta forma, los especialistas pudieron notar que las extremidades anteriores se habían adaptado para escalar.
El debate
Para comprobar esta característica del «monodáctilo«, el equipo de Xuanyu Zhou de la Universidad China de Geociencias, no solo estudió este fósil sino también los restos de otras 25 especies de pterosaurios. Además, sumaron a su estudio, 150 especies bien conocidas por trepar árboles. Los análisis determinaron que K. antipollicatus poseía la musculatura, esqueleto y articulaciones adecuadas para una vida arbórea. Adicionalmente, estudiar la morfología de otros pterosaurios que vivieron en el mismo tiempo y lugar que el «monodáctilo» ha permitido confirmar que carecían de pulgar oponible y no eran especies trepadoras.
Sin embargo, el debate está sobre la mesa, pues hay quienes alegan que un pulgar así no es sinónimo habilidades trepadoras. «Un pulgar oponible no es una indicación infalible de arboricultura; las nutrias y los mapaches tienen pulgares oponibles pero no son arborícolas«, comenta Kevin Padian, paleontólogo de la Universidad de California que no participó en la investigación.
Tampoco se puede confirmar, según Padian, que la posición del pulgar tal y como la proponen Xuanyu Zhou y su equipo sea la correcta. «La conclusión, para mí, es que las superficies articulares del espécimen están demasiado mal conservadas para hacer una inferencia de oponibilidad», alega.
Independientemente de las críticas sobre el estudio y el debate generado en los círculos de entendidos en paleontología, se debe reconocer la contribución del equipo para elucidar y comprender la transición de especies del suelo hacia el cielo.