Un nuevo estudio ha descubierto cómo la ameba parásita Entamoeba histolytica se disfraza con pedazos de tus propias células para que el sistema inmune no la detecte. Sí, así de loca es.
Este bicho entra al cuerpo a través de comida o agua contaminada. A veces no da síntomas, otras veces causa diarrea. Pero si se va al hígado, puede matarte.
Causa abscesos hepáticos que cada año le cuestan la vida a unas 70,000 personas en todo el mundo. Y hasta ahora, no se sabía muy bien cómo lo lograba.
La microbióloga Katherine Ralston, ahora en la Universidad de California Davis, empezó a estudiarla más a fondo en 2011, cuando estaba en la Universidad de Virginia.
La teoría era que la ameba inyectaba toxinas. Pero al mirar por el microscopio, Ralston vio algo mucho más inquietante: E. histolytica le mordía pedazos a las células humanas.
Literal. Se comía trozos de la membrana de la célula y luego pasaba a otra, dejando un rastro de víctimas medio roídas y con el citoplasma goteando.
Lo más loco es que también puede morder células inmunes, como los glóbulos blancos, que deberían eliminarla. Es como si se comiera a los policías.
En un estudio más reciente, Ralston y su equipo —Maura Ruyechan y Wesley Huang— descubrieron para qué sirve esta forma tan extraña de atacar: para disfrazarse.
La ameba se queda con proteínas de la membrana de nuestras células y se las pone encima, como si fuera un traje. Así, engaña al sistema inmune.

Este truco se llama trogocitosis, o “mordisquear células”. Le permite a la ameba evitar que la sangre la reviente, porque parece parte del cuerpo.
Es como si robara el gafete de un guardia de seguridad. Al ponerse las proteínas humanas CD46 y CD55, pasa desapercibida entre las defensas del cuerpo.
Eso le permite seguir su camino, haciendo hoyos y abscesos donde se instala, sin que nadie la moleste. Básicamente, se convierte en una célula fantasma.
Incluso probaron esto con sangre de ratón. Aunque los ratones no son su huésped natural, la ameba igual logró camuflarse y evitar ser atacada.
Eso sugiere que las defensas inmunes en humanos y ratones tienen cosas en común. Gracias a eso, se pueden usar ratones para probar tratamientos y vacunas.
El estudio todavía no ha sido revisado por pares, pero ya está disponible como preprint en bioRxiv. Y promete abrir nuevas puertas para combatir este parásito.
“En ciencia hay que construir paso a paso,” dice Ralston. “Herramienta por herramienta, hasta que puedas descubrir cómo curar algo.”
Así que, si alguna vez pensaste que las amebas eran simples… esta literalmente se pone tu piel para devorarte mejor.