Desde que se sugirió la existencia de un noveno planeta en nuestro sistema solar, muchos astrónomos han estado buscándolo. Ahora, un reconocido astrónomo británico asegura haberlo encontrado entre los viejos datos de un observatorio. Los detalles fueron publicados en el Monthly Notices of the Royal Astronomical Society.
Según el astrónomo Michael Rowan-Robinson, el esquivo planeta sería entre 3 y 5 veces más grande que la Tierra. Además, orbitaría alrededor del Sol a aproximadamente 225 veces la distancia de nuestro planeta. Rowan-Robinson, de 79 años, fue presidente de la Real Sociedad Astronómica.
Planeta 9
A principios del siglo XIX, el astrónomo francés Alexis Bouvard observó en la órbita de Urano ciertas irregularidades, y planteó la hipótesis de que podría existir un octavo planeta. Esto ocasionó el descubrimiento de Neptuno en 1846.
Muchos años después, en 2016, los astrónomos Brown y Batygin plantearon la hipótesis sobre la posible existencia de un planeta más en el sistema solar: el Planeta Nueve. Planteamiento ocurrido luego de observar que un grupo de seis objetos transneptunianos extremos (ETNO) tenían órbitas inusuales.
Dicha hipótesis plantea que los ETNO entraron en contacto con la atracción gravitacional del Planeta 9, distorsionando sus órbitas. Incluso se realizaron simulaciones para calcular algunas propiedades del misterioso mundo. Así, se encontró que debería tener entre 5 y 10 veces la masa de la Tierra, orbitando a una distancia de entre 400 y 800 unidades astronómicas.
Sin embargo, debido a que este hipotético planeta está muy lejos, hasta el momento no se ha obtenido evidencia de su existencia. En ese escenario poco esperanzador, algunos estudios han llegado a plantear la posibilidad de que el Planeta Nueve no sea un planeta en sí, sino un agujero negro.
El posible descubrimiento del Planeta 9
El hallazgo se realizó por medio del Satélite Astronómico Infrarrojo (IRAS), lanzado en 1983 como el primer observatorio en órbita para analizar todo el cielo nocturno en la región infrarroja. Durante 10 meses, la misión detectó más de un cuarto de millón de fuentes infrarrojas, comprobando su calor contra el fondo frío del cielo.
El profesor Rowan-Robinson al momento de finalizar su doctorado en astrofísica en 2007, decidió volver a analizar los datos del IRAS. Le interesaba puntualmente hallar objetos que se hubieran desplazado lentamente entre observaciones. Eso descartaría fuentes más lejanas, como galaxias, y cuerpos de movimiento más rápido, como cometas y asteroides.
El motivo principal del cambio de posición de un candidato planetario con respecto al fondo cósmico se debería al paralaje, ya que la Tierra orbita cerca del Sol, permitiendo al IRAS observar desde un ángulo diferente.
Los datos
De ese modo Rowan-Robinson analizó cientos de fuentes en los datos. Se centró en 3 observaciones del IRAS (entre junio, julio y septiembre de 1983), y las que se habían desplazado ligeramente durante ese tiempo.
No obstante, el astrónomo admitió que las observaciones no son de gran calidad. Además, habían sido realizadas en una región del cielo llena de filamentos de gas galáctico conocidos como cirros por su naturaleza nubosa.
Finalmente, el profesor señaló que un estudio reciente y exhaustivo del cielo nocturno realizado por los telescopios Pan-STARRS, no registró el objeto. Aun así, Rowan-Robinson sugiere que se realicen nuevas observaciones para poder localizar el supuesto objeto.