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¿Por qué las personas con depresión pierden el brillo en sus ojos?

Freepik

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El brillo de nuestros ojos tiene una explicación científica: las vías de recompensa cerebral se activan, y en apenas seis segundos, nuestras pupilas se dilatan. Este fenómeno es una respuesta anticipada a la posibilidad de obtener una recompensa, como cuando se presenta algo deseado que podríamos obtener mediante algún esfuerzo.

Sin embargo, la expansión de la pupila, ese resplandor cargado de vitalidad, está ausente en individuos que sufren de depresión clínica. Según un reciente estudio, la magnitud de la dilatación pupilar está inversamente relacionada con los síntomas de apatía reportados por personas con depresión. En las pruebas realizadas con pacientes diagnosticados, la reacción pupilar disminuida fue especialmente notoria en aquellos que ya no experimentaban placer y manifestaban una pérdida de energía.

 

Apatía, desgano, pérdida de energía

Para Victor Spoormaker, investigador del Instituto Max Planck, estos hallazgos ayudan a «comprender mejor los mecanismos fisiológicos detrás de la apatía». La dilatación pupilar es una parte integral de la respuesta del sistema nervioso ante el estrés o la excitación, y se desencadena cuando una parte del tronco encefálico llamada locus coeruleus produce el neurotransmisor norepinefrina.

En el nuevo estudio, 40 individuos con depresión no medicada y 31 personas sanas llevaron a cabo 30 pruebas de tres tareas diferentes en una computadora, mientras se registraba el tamaño de sus pupilas mediante un rastreador ocular dentro de una máquina de resonancia magnética. Durante cada tarea, la pantalla indicaba la posibilidad de una recompensa financiera mediante imágenes, y los participantes debían responder después de un destello de luz para obtener una recompensa de 1€ si eran más rápidos.

En las personas con depresión que experimentan anhedonia, la falta de dilatación pupilar podría indicar una afectación en el circuito de recompensa cerebral. Aproximadamente una de cada diez personas en todo el mundo sufre de depresión, pero no existen biomarcadores aprobados para la enfermedad. Por lo general, se diagnostica mediante una evaluación del comportamiento.

 

Recuperar la confianza

Los autores plantean la posibilidad de utilizar el seguimiento ocular como una prueba clínica valiosa para categorizar a las personas con depresión en subgrupos o para evaluar su respuesta a los tratamientos.

El mismo equipo realizó un estudio en el 2018 con 46 personas sin diagnóstico de depresión. En aquel trabajo, descubrieron que la anticipación de una recompensa monetaria hacía que las pupilas de los participantes se dilataran constantemente. En el 2020 continuaron en la misma línea de investigación con otro grupo de 41 personas con depresión no medicada y 25 personas sanas.

Ahora, con el objetivo de comprobar su hipótesis, ampliaron la muestra combinada a 136 personas. Al demostrar la replicabilidad de sus hallazgos, los científicos afirman que están abordando directamente esta cuestión, aumentando así la confianza en sus resultados. Este es un aspecto crucial, dado que la confianza en la investigación psicológica ha disminuido en los últimos años debido a la frecuente falta de reproducibilidad de los resultados obtenidos.

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