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Misteriosas huellas humanas de hace 1,5 millones de años han revelado una sorpresa

Una huella atribuida a H. boisei. (Kevin G. Hatala)

Hace 1,5 millones de años, en lo que hoy es Kenia, dos especies de homínidos, el Homo erectus y el Paranthropus boisei, compartieron el mismo espacio y dejaron huellas juntos.

En la cuenca de Turkana, estos homínidos caminaban por la orilla de un lago, dejando marcas en el barro. Esas huellas, ahora fosilizadas, muestran que coexistieron en el mismo hábitat.

Según el geólogo Craig Feibel, las huellas fueron hechas con pocas horas de diferencia, lo que indica que ambas especies utilizaron ese entorno al mismo tiempo.

El análisis liderado por Kevin Hatala revela que las huellas ofrecen detalles únicos sobre cómo vivían y se movían estos antiguos humanos, algo que no podemos aprender de huesos o herramientas.

Dos tipos de huellas diferentes en el barro. El rastro de huellas en azul oscuro se atribuye a P. boisei, y las huellas aisladas de color rosa pálido, verde y amarillo a H. erectus. (Hatala et al., Science, 2024)

Desde 2007, las huellas de Koobi Fora han demostrado cómo caminaba el Homo erectus, con zancadas largas y un estilo similar al nuestro. Nuevos descubrimientos en 2021 ampliaron esta evidencia.

En 2022, el equipo excavó huellas profundamente conservadas en el sedimento. Al analizarlas, confirmaron que pertenecían a dos especies diferentes, hechas en la misma capa y al mismo tiempo.

El rastro de huellas de P. boisei en Koobi Fora. (Neil T. Roach)

Los expertos identificaron dos estilos distintos de caminar: uno similar al de los humanos modernos y otro diferente, reflejando las adaptaciones únicas de cada especie.

Ambas especies, con dietas y estilos de vida diferentes, probablemente no competían entre sí. Esto sugiere que podían coexistir de manera pacífica en el mismo espacio.

Una huella atribuida al H. erectus. (Kevin Hatala/Universidad de Chatham)

Estos hallazgos respaldan que los homínidos a menudo compartían hábitats, una idea que también vemos en los rastros genéticos de neandertales y denisovanos en nuestro ADN.

A diferencia de los huesos, que pueden desplazarse con el tiempo, las huellas ofrecen evidencia directa y precisa de su convivencia. Es la primera prueba clara de que caminaron juntos.

El estudio, publicado en Science, muestra que la evolución del bipedalismo fue tan compleja como otros aspectos de nuestra historia evolutiva, con varias especies coexistiendo en el mismo paisaje.

Craig Feibel lo resume perfectamente: «Esto demuestra, sin duda, que dos homínidos diferentes caminaban por la misma superficie, con sólo horas de diferencia. Es un hallazgo enorme».

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