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Los patrones magnéticos en los meteoritos pueden revelar los secretos del joven Sistema Solar

Ilustración de Júpiter y un cometa formado en una región exterior fría del sistema solar temprano / Yuki Kimura.

Los campos magnéticos cubren la mayoría de los cuerpos del Sistema Solar y, por ende, dejan sus marcas en éstos. Además de los planetas y lunas, los meteoritos también pueden informarnos sobre el campo magnético en el entorno en el que se formaron, hace miles de millones de años.

La mayoría de los meteoritos que estudiamos de esta manera provienen del cinturón de asteroides, ubicado entre Marte y Júpiter. No obstante, astrónomos japoneses han desarrollado un nuevo medio para sondear los materiales magnéticos dentro de meteoritos mucho más lejanos. Los detalles fueron publicados en The Astrophysical Journal.

“Los meteoritos primitivos son cápsulas de tiempo de materiales primordiales formados al comienzo de nuestro Sistema Solar”, dijo el astrónomo Yuki Kimura de la Universidad de Hokkaido, Japón. “Si buscamos comprender la historia física y química del Sistema Solar, es fundamental analizar varios tipos de meteoritos con diferentes orígenes”, añadió.

Holografía electrónica paleomagnética

La técnica recibe el nombre de holografía electrónica paleomagnética a escala nanométrica. Utiliza la técnica de la holografía electrónica, que implica estudiar los patrones de interferencia producidos por las ondas de electrones en un material para comprender su estructura. A nanoescala, esto produce datos de muy alta resolución.

Luego aplicaron esta técnica al famoso meteorito del lago Tagish. Este cayó a la Tierra en 2000 y fue rápidamente encontrado, de modo que es poco probable que se vea alterado de manera significativa por el entorno en el que cayó.

Los primeros análisis sugirieron que el meteorito era inusualmente prístino, formándose hace unos 4.500 millones de años. Su trayectoria sugiere que viajó a la Tierra desde el cinturón de asteroides, y tenía unos 4 metros de ancho antes de la entrada atmosférica.

También contiene magnetita. Cuando el meteorito estaba caliente y fundido, cualquier campo magnético externo habría alterado y alineado la magnetita a lo largo de sus líneas de campo. A medida que la roca se enfrió y endureció, estas alineaciones pudieron establecerse, dejando un registro fósil del campo magnético.

El viejo meteorito

Basándose en las imágenes holográficas de electrones y simulaciones numéricas, el equipo de Kimura pudo inferir la historia del meteorito del lago Tagish. Descubrieron que el cuerpo padre del meteorito se formó en el Cinturón de Kuiper, la región helada más allá de Neptuno, unos 3 millones de años después de la formación de minerales en el Sistema Solar.

Allí, creció a un tamaño de unos 160 kilómetros de ancho. Desde este punto, migró hacia el interior, hacia el cinturón de asteroides. Esto posiblemente ocurrió debido a la perturbación de la migración de Júpiter, un proceso que causó bastante estragos gravitacionales en el Sistema Solar.

Durante este proceso, unos 4-5 millones de años después de la formación de los minerales, el meteorito Tagish fue impactado por otro cuerpo. Los autores creen que se trató de un objeto de unos 10 kilómetros de diámetro que viajaba a una velocidad de unos 5 kilómetros por segundo.

Concluyeron que la magnetita dentro del meteorito se habría formado cuando el cuerpo principal se calentó hasta alrededor de 250° C debido al calentamiento interno radiogénico, combinado con el calor del impacto. Posteriormente, solo se quedó ahí hasta que terminó estrellándose contra la Tierra.

El trabajo arroja nuevas pistas sobre la formación del Sistema Solar, un proceso aún envuelto en misterio. por el momento los investigadores se encuentran aplicando su técnica a muestras del asteroide Ryugu, recuperadas por la sonda Hayabusa2, con la esperanza de revelar más.

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