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Los países más pobres sufren los peores efectos del sedentarismo, evidencia estudio

Usualmente es bastante complicado llevar una vida saludable, sobre todo si estamos expuestos a muchos factores que afectan nuestra calidad de vida. El sedentarismo puede causar problemas cardiovasculares, diabetes, incluso cáncer; pero, un reciente estudio revela que los efectos más severos ocurren en los países más pobres del mundo.

Las personas que trabajan en oficina, por ejemplo, se ven obligadas a pasar muchas horas sentadas, su jornada de trabajo es muy larga y luego no les quedan fuerzas para hacer deporte. Esto los lleva involuntariamente a vivir de manera sedentaria.

Gafas de realidad

La investigación reúne a más 100 000 personas provenientes de 21 países, y demuestra que los efectos del sedentarismo se ven más pronunciados en países de bajos ingresos como Bangladesh, India y Zimbabue.

Imagina una jornada laboral de 6 u 8 horas, las cuales ocupas todo el tiempo sentado. Estarías aumentando de 12 a 13% el riesgo relativo de una enfermedad cardíaca y muerte prematura. Quienes vivimos en países en vías de desarrollo sabemos que las jornadas pueden extenderse a 10, 12, o más horas. Este tiempo adicional aumenta el riesgo relativo a un 20%.

«La diferencia en la asociación podría explicarse en parte por los diferentes dominios y patrones de comportamientos de sentarse en diferentes niveles de ingresos», escriben los autores. Estas diferencias se ven afectadas por factores como «hábitos de mala nutrición coincidentes y patrones sedentarios prolongados e ininterrumpidos«.

No es sencillo dejar la silla

Los investigadores también hallaron más evidencias que respaldan las afirmaciones de que el ejercicio mitiga la mortalidad y la prevalencia de enfermedades cardiovasculares.

«Para aquellos que están sentados más de cuatro horas al día, reemplazar media hora de estar sentado con ejercicio redujo el riesgo en un 2%«, señala Scott Lear de la Universidad Simon Fraser. Esta evidencia debe motivar a las personas a aumentar su actividad, reduciendo así sus posibilidades de muerte prematura y padecer enfermedades cardíacas.

Desafortunadamente, levantarse de la silla y pasar media hora ejercitándose no es una alternativa fácil de tomar. No todos tienen el mismo acceso a áreas adecuadas para la actividad física, ni pueden administrar su tiempo y acceso al ejercicio de manera equitativa.

Entonces, ¿cómo podríamos garantizar el bienestar general si las condiciones son tan desiguales?

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