Hay una razón por la cual a menudo usamos el GPS y por la cual, incluso con este artilugio, ubicarnos nos resulta difícil. Los humanos hemos surcado los mares y conquistado el cielo, pero navegar no es precisamente el punto fuerte para un citadino.
Según los datos de teléfonos móviles de más de 14.000 personas, somos terribles para calcular la ruta más corta a través de las calles de la ciudad. ¿La razón? Según un nuevo estudio, nuestro cerebro se concentra en la dirección a la que vamos, sin pensar que tan eficiente o no es la navegación.
Datos del móvil
Los autores del artículo publicado en Nature Computational Science, explican que nuestro cerebro tiende a priorizar tareas. «Hay una compensación que permite utilizar a la potencia computacional en nuestro cerebro para otras cosas: hace 30.000 años, para evitar un león, o ahora, para evitar un peligroso auto deportivo«.
«La navegación basada en vectores no produce la ruta más corta, pero está lo suficientemente cerca de la ruta más corta y es muy simple calcularla», dice Carlo Ratti del MIT.
Ratti cuenta que la idea del reciente análisis empezó a dar vueltas en su cabeza hace dos décadas cuando estudiaba en la Universidad de Cambridge. Un día, mientras caminaba por el campus, notó que para ir hacia su facultad tomó una ruta, y luego otra diferente para regresar a su habitación. Empezó a pensar en si las rutas diferentes surgían para garantizar la efectividad.
Ahora, con la disponibilidad de los datos que se acumulan en nuestros sistemas modernos de navegación, los científicos analizaron las coordenadas GPS de 14 mil usuarios anónimos. Los registros incluían más de 550 mil rutas realizadas durante un año por usuarios en Boston, Cambridge, y San Francisco.
Mirar hacia adelante
El patrón de los usuarios llamó la atención de los investigadores. En lugar de elegir el camino más corto, los peatones eligieron abrumadoramente viajar por el camino que les permitía mirar más directamente hacia su destino tanto como fuera posible. Esto incluso si cambiar la ruta les permitía llegar más rápido.
«En lugar de calcular distancias mínimas, encontramos que el modelo más predictivo no era el que encontraba el camino más corto, sino uno que trataba de minimizar el desplazamiento angular, apuntando directamente hacia el destino tanto como fuera posible, incluso si viajar en ángulos más grandes lo haría en realidad, ser más eficiente», señala Paolo Santi. «Hemos propuesto llamar a esto el camino puntiagudo«.
Este fenómeno también ha sido registrado en animales, y es descrito como navegación basada en vectores. Los estudios sugieren que el cerebro navega calculando vectores ya que no tenemos mapas mentales como un GPS. Entonces, para el cerebro esta navegación parece ser la mejor estrategia.
«Las computadoras son perfectamente racionales. Hacen exactamente lo que el código les dice que hagan. Los cerebros, por otro lado, logran una ‘racionalidad limitada’ de ‘suficientemente bueno’. A medida que estas dos entidades distintas se entrelazan cada vez más y chocan (en Google Maps, Facebook o un automóvil autónomo) es importante recordar en qué se diferencian unos de otros», escribió Ratti para The Conversation. «Cuanta más gente se casa con la tecnología, más importante se vuelve crear tecnologías que se adapten a las irracionalidades e idiosincrasias humanas».