A veces, creemos tener todo resuelto, pero el universo nos sorprende. Por ejemplo, las rocas espaciales. Pensábamos que los cometas y los asteroides estaban perfectamente definidos: los cometas tienen hielo y forman colas al sublimarse, mientras que los asteroides son simples trozos de roca o metal. Fácil, ¿verdad? Bueno, no tanto.
En 2023, los científicos descubrieron algo extraño: cometas oscuros, objetos que parecen asteroides pero se comportan como cometas. Primero detectaron uno, luego seis más, y ahora un equipo internacional ha encontrado otros siete, duplicando el total a 14.
Lo interesante es que no todos estos cometas oscuros son iguales. Hay al menos dos tipos distintos, lo que podría darnos pistas sobre cómo la Tierra se volvió habitable. Según el astrofísico Darryl Seligman, estos objetos pudieron traer sustancias clave como agua y compuestos orgánicos que ayudaron al desarrollo de la vida.
El truco para identificarlos es su aceleración anómala. Normalmente, las rocas espaciales se mueven según la gravedad o efectos como el Yarkovsky, que cambia su rotación por contrastes de luz y temperatura. Pero los cometas oscuros se aceleran de formas inexplicables, lo que sugiere que están expulsando algún tipo de gas o material que no podemos ver.
Seligman y su equipo analizaron datos como reflectividad y órbitas, y encontraron dos grupos distintos de cometas oscuros. El primer tipo se encuentra en el Sistema Solar interior, cerca de la órbita de Marte. Son pequeños, de menos de unas pocas decenas de metros, y tienen órbitas casi circulares. El segundo tipo es más grande, alcanzando cientos de metros, y sus órbitas son mucho más elípticas, extendiéndose desde más allá de Júpiter hasta dentro de la órbita de Mercurio.
Aunque este descubrimiento es emocionante, plantea muchas preguntas. ¿Qué están liberando estos cometas para acelerarse? ¿Por qué hay dos poblaciones distintas? ¿Y cuántos más hay ahí afuera?
Algunos estudios recientes sugieren que podría haber muchos más cometas oscuros de los que conocemos, especialmente en el Sistema Solar interior. Esto tiene implicaciones importantes para la defensa planetaria. Si estas rocas pueden cambiar su órbita de forma impredecible, necesitamos incluir esa información en los modelos para calcular si representan una amenaza para la Tierra.
Además de la seguridad, entender estos cometas oscuros podría darnos más pistas sobre el origen de la vida en nuestro planeta. Si trajeron materiales esenciales como agua y compuestos orgánicos, podríamos estar frente a una pieza clave del rompecabezas de la vida.
El descubrimiento de los cometas oscuros es reciente, y aún sabemos muy poco sobre ellos. Pero con más estudios, podríamos entender mejor su papel en la formación de la Tierra y, tal vez, incluso aprender cómo protegernos de ellos.
Este fascinante estudio fue publicado en Proceedings of the National Academy of Sciences, y promete ser solo el comienzo de nuevas y emocionantes investigaciones.