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Las ballenas lograron ver en las profundidades del mar gracias a esta proteína ancestral

Los cetáceos, como ballenas, delfines y marsopas, habrían evolucionado a partir de un mamífero terrestre de cuatro patas con una poderosa visión submarina hace unos 50 millones de años.

Los científicos sugieren que la capacidad de ver en las profundidades apareció luego de dejar la tierra, basándose en una proteína llamada rodopsina, presente en el ojo de los mamíferos. Esta es sensible a la luz azul tenue, como la que llega a las profundidades del océano.

 

Proteína ancestral

Ahora, investigadores de la Universidad de Texas han tratado de unir piezas para encontrar al ancestro de esta proteína. Primero, analizaron los genes involucrados en su producción, lo que les permitió predecir la secuencia genética ancestral. Esta es la secuencia de genes que habría determinado la producción de la proteína.

Luego, expresaron la secuencia hallada en células cultivadas en laboratorio, logrando «resucitar» a la proteína que había quedado escondida en el tiempo. Esta parece ser mucho más sensible a los niveles bajos de luz y responde rápidamente a los cambios en la intensidad de la luz.

Si el primer cetáceo acuático tuvo esta proteína de pigmento, los investigadores creen que la criatura podría haber buscado alimento a profundidades de 200 metros o más.

«Tomados en conjunto, estos cambios ancestrales en la función de la rodopsina sugieren que algunos de los primeros cetáceos completamente acuáticos podían sumergirse en la zona mesopelágica», escriben los autores del estudio publicado en PNAS.

 

La reconstrucción del pasado

Numerosas investigaciones se han enfocado en examinar la anatomía de los cetáceos antiguos. Con base en restos fósiles, se pensaba que las ballenas tenían un cuerpo similar al de un delfín. Este estudio, por otro lado, es uno de los primeros en profundizar en el papel de la visión para la búsqueda de alimento en las profundidades marinas.

Otro de sus méritos es haber logrado reconstruir la visión de los antiguos cetáceos hurgando en el ADN de las ballenas modernas hasta dar con los genes ancestrales. Usualmente se piensa que el tiempo borra toda esta información genética pero no es así, solo hay que saber buscar.

«El registro fósil es el estándar de oro para comprender la biología evolutiva. Sin embargo, a pesar de lo que Jurassic Park quiera hacerte creer, la extracción de ADN de especímenes fósiles es rara, ya que las condiciones tienden a ser malas», señala la bióloga evolutiva Sarah Dungan, de la Universidad de Toronto. Si queremos estudiar cómo evolucionan los genes y el ADN, «debemos confiar en el modelado matemático y tener una muestra sólida de genes de organismos vivos, para complementar lo que entendemos del registro fósil».

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