Icono del sitio Robotitus

Las arrugas del cerebro son mucho más importantes de lo que creíamos

Pexels

¿Sabías que los pliegues del cerebro tienen mucho que ver con lo inteligentes que somos? Un nuevo estudio de la Universidad de California en Berkeley acaba de confirmar algo fascinante sobre eso.

Analizaron los cerebros y la actividad cerebral de 43 jóvenes. Se enfocaron en dos zonas clave: la corteza prefrontal lateral y la corteza parietal lateral, donde se procesa el razonamiento.

Lo interesante son unos pliegues llamados surcos terciarios. Son los más pequeños y los últimos en formarse cuando el cerebro se desarrolla. Y parece que juegan un papel clave en nuestra forma de pensar.

La idea es que estos pliegues acortan la distancia entre zonas conectadas del cerebro. Eso haría que las señales viajen más rápido y, en consecuencia, pensemos de forma más eficiente.

Cada uno de estos surcos tiene un patrón único de conexión con otras partes del cerebro. Y lo más loco es que esas conexiones no siempre están cerca físicamente.

Este estudio, publicado en Journal of Neuroscience, complementa otro trabajo del 2021 que ya había notado que la profundidad de ciertos pliegues se relaciona con nuestras habilidades de razonamiento.

Entre el 60 y 70% de la corteza cerebral está escondida entre pliegues. Y esos pliegues cambian con la edad, aunque su configuración general se mantiene estable en cada persona.

Es decir, cada cerebro tiene su propio «mapa» de pliegues. Algunos surcos son más profundos, otros más cortos, algunos incluso pueden no estar presentes en ciertas personas.

La neurocientífica Silvia Bunge, del mismo equipo de UC Berkeley, dice que la forma y ubicación de estos surcos es bastante única en cada individuo. Como una huella cerebral.

Esto demuestra que esos pliegues no están ahí solo para que el cerebro quepa en el cráneo. Han evolucionado para mejorar la forma en que pensamos y razonamos.

El plan a futuro es crear un mapa cerebral basado en estos surcos. Con eso, algún día podríamos detectar problemas neurológicos desde la infancia o monitorear el desarrollo del cerebro.

Pero falta mucho para eso. Los científicos aclaran que la profundidad o la longitud de los pliegues no lo explican todo sobre nuestra inteligencia.

La función cognitiva depende de muchas cosas. Desde la estructura del cerebro hasta las experiencias que vivimos, como la calidad de la educación que recibimos.

Y lo mejor: esa capacidad mental no es fija. Incluso de adultos, el cerebro puede seguir cambiando y mejorando si lo entrenamos o aprendemos cosas nuevas.

Este estudio nos acerca a entender mejor cómo funciona nuestra mente. Y todo empezó con unos pliegues que antes pensábamos que eran solo arrugas sin importancia.

Salir de la versión móvil