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La Voyager 1 detectó un “zumbido” de ondas de plasma en el vacío del espacio interestelar

(NASA/JPL-Caltech)

La mítica nave Voyager 1 nos sigue regalando fascinante información sobre el universo que nos rodea. Ahora, ha descubierto que el vacío del espacio interestelar no es tan vacío después de todo. La investigación fue publicada en Nature Astronomy.

Un equipo de astrónomos de la Universidad de Cornell analizó los datos de la sonda que hace poco abandonó el Sistema Solar. Se detectó un zumbido constante de las ondas de plasma en el medio interestelar, el gas difuso entre las estrellas.

Espacio interestelar

Como se recuerda la sonda lanzada en 1977 se encuentra a casi 23 mil millones de kilómetros. En 2012 pasó oficialmente la heliopausa, el límite en el que la presión del viento solar ya no es suficiente para empujar al viento desde el espacio interestelar.

“Es muy débil y monótono, pues está en un ancho de banda de frecuencia estrecho”, dijo la astrónoma Stella Koch Ocker. “Estamos detectando el zumbido tenue y persistente del gas interestelar”.

Justamente al ser tenue, es difícil de ver y medir. Por lo general, confiamos en la forma en que la luz cambia cuando viaja a través del material interestelar para saber lo que está allí y cuantificarlo.

Las sondas Voyager son los primeros objetos hechos por humanos en ingresar al espacio interestelar. A su vez representan una oportunidad única para muestrear directamente el medio interestelar. Sin embargo, incluso tan lejos del Sol, y más allá del alcance del viento solar, no es exactamente fácil por las erupciones solares.

“El medio interestelar es similar una lluvia suave o tranquila”, comenta el astrónomo James Cordes. “En el caso de un estallido solar, es como detectar un rayo en una tormenta eléctrica y luego vuelve a ser una lluvia suave”.

Más actividad

Para el equipo, esa suave lluvia sugiere que podría haber más actividad de bajo nivel en el medio interestelar, contrario a lo que pensaban los científicos. No se tiene del todo claro cuál es la causa de esa actividad; quizá oscilaciones de plasma térmicamente excitadas, o ruido cuasi-térmico generado por los movimientos de electrones en el plasma, produciendo un campo eléctrico local.

Como fuere, el descubrimiento tiene varias implicaciones. El zumbido sirve para mapear la densidad del plasma a medida que ambas sondas Voyager se adentran más en el espacio interestelar.

También contribuye a comprender mejor la interacción entre el medio interestelar y el viento solar. Sabemos que hay un aumento en la densidad de electrones justo al otro lado de la heliopausa: ambas sondas Voyager así lo detectaron. Conocer la densidad del medio interestelar con mayor precisión nos ayudará a descubrir por qué.

Mediciones

El descubrimiento y la persistencia de la emisión asimismo sugieren que la Voyager seguirá siendo capaz de localizarla. La vieja sonda puede proporcionarnos lecturas continuas a fin de comprender la turbulencia y la estructura a gran escala del medio interestelar.

“Nunca hemos tenido la oportunidad de evaluarlo”, afirmó el astrónomo Shami Chatterjee. “Ahora sabemos que no necesitamos un evento fortuito relacionado con el Sol para medir el plasma interestelar”, agregó.

Los prospectos de que algo así ocurra son promisorios. No obstante,  el tiempo de vida de la Voyager I se acaba. El generador termoeléctrico de radioisótopos que alimenta los instrumentos de la sonda se degrada un poco más cada año. Alrededor de 2025, probablemente ya no pueda mantenerlos en funcionamiento.

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