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La temperatura del océano vuelve a batir un nuevo récord por sexto año consecutivo

océanos

El planeta sigue calentándose y no parece que podamos hacer algo para evitarlo. Según un nuevo informe de dos conjuntos de datos internacionales en 2021, la ola de calor en nuestros océanos alcanzó un nuevo pico. El estudio fue publicado en Advances in Atmospheric Sciences.

El calentamiento de los océanos del año pasado no tuvo precedentes, pero no fue la excepción. Este es el sexto año consecutivo en el que las temperaturas de los océanos del mundo han superado cualquier límite alcanzado anteriormente.

Desde finales de la década de 1950, cuando comenzó la información confiable sobre el cambio climático, cada década ha visto océanos más cálidos que la anterior. Los autores del nuevo estudio indican que desde la década de 1980 se ha producido un aumento “inconfundible” de la temperatura del mar.

Siete bombas de Hiroshima por segundo

El año pasado, el Pacífico Norte, el Atlántico Norte y el Mar Mediterráneo experimentaron las temperaturas marinas más cálidas registradas. En total, los 2000 metros superiores de nuestros océanos absorbieron 14 Zettajoules (ZJ) más de energía en 2021 que en 2020. Eso es el equivalente a más de 7 quintillones de grados Celsius.

La diferencia equivale a lanzar más de siete bombas de Hiroshima al océano por segundo, dicen los expertos. En 2019, los cálculos señalaron que el calentamiento humano del océano equivalía a lanzar cinco bombas de Hiroshima al océano por segundo.

“Los océanos están absorbiendo la mayor parte del calentamiento causado por las emisiones humanas de carbono”, comenta el climatólogo Michael Mann, de la Universidad Estatal de Pensilvania. “Hasta que alcancemos cero emisiones netas, este calentamiento continuará y continuaremos batiendo récords de contenido de calor en el océano, como lo hicimos este año”.

Consecuencias

Sin reducir nuestras emisiones, incluso a corto plazo, las fluctuaciones regionales de temperatura y circulación podrían cambiar nuestra trayectoria actual. Durante un episodio de La Niña, por ejemplo, las partes del norte del Océano Pacífico tienden a enfriarse, mientras que las aguas del sur sobre Australia se calientan un poco.

A pesar de este pequeño efecto de enfriamiento que se inició a fines de 2021, el calentamiento del Pacífico Norte se mantuvo amplio y profundo. El año pasado, las anomalías de calentamiento en el medio del Pacífico Norte alcanzaron los 2°C cerca de la superficie y 1°C a 300 metros de profundidad.

Por otro lado, los aumentos de temperatura tienen implicaciones directas en la frecuencia, intensidad y extensión de las olas de calor marinas. En 2014 la gigantesca ola de calor llamada “Blob” creció y se propagó durante años, devastando las cadenas alimentarias en el camino.

En 2019, Blob regresó, y en 2021 el remolino oceánico cálido persistió bajo un «domo de calor de alta presión» que a veces excedía los 40°C. El período frío de La Niña no fue suficiente para detenerlo, aunque redujo un poco el impacto.

Algo por hacer

Las tendencias oceánicas a largo plazo sugieren que los océanos Atlántico y Ártico están absorbiendo la mayor parte del calor de nuestras emisiones de gases de efecto invernadero. Cuando un océano absorbe calor, el agua se expande, lo que lleva a un aumento del nivel del mar.

Si el calor en nuestros océanos del sur se disipa lo suficiente en la capa de hielo de la Antártida, podría desestabilizar la estructura. Esto agregaría más agua al océano hundiendo aún más nuestras costas.

Si no mejoramos la conciencia y la comprensión de estas dinámicas, estaremos perdiendo una batalla crucial por el cambio climático. El calentamiento de los océanos reduce la eficiencia de la absorción de carbono por parte de los océanos y deja más dióxido de carbono en el aire.

“El seguimiento y la comprensión del futuro calor y el carbono son importantes para el cumplimiento de los objetivos de mitigación del cambio climático”, enfatiza el científico atmosférico Lijing Cheng de la Academia de Ciencias de China (CAS). La mejor manera de hacerlo es incorporar las temperaturas del océano en nuestros modelos climáticos.

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