La relación entre obesidad y mala calidad de vida ya está bastante establecida. Ahora un nuevo estudio revela que uno de los efectos del sobrepeso o la obesidad es reducir significativamente el flujo sanguíneo en el cerebro. Los resultados se publicaron en Neurobiology of Aging.
Cifras alarmantes
Según la Organización Mundial de la Salud (OMS), la obesidad es un problema de salud grave que ha alcanzado proporciones epidémicas. Las últimas cifras señalan que más de mil millones de adultos tienen sobrepeso y al menos unos 300 millones se consideran clínicamente obesos.
Asimismo, la obesidad continúa contribuyendo de manera importante a las tasas mundiales de enfermedades crónicas y discapacidad. Esto, a su vez, afecta la calidad de vida en general, al tiempo que ejerce una mayor presión sobre el sistema inmunológico, el cual es de suma importancia dada la situación actual de Covid-19.
La obesidad también es un problema de salud pública importante dado su impacto negativo en la función fisiológica, especialmente a medida que envejecemos. Encontrar formas baratas y de fácil implementación para abordar el impacto de la obesidad es particularmente importante para ayudar a protegernos contra los resultados negativos para la salud que conlleva.
Disminución en el suministro sanguíneo
El Estudio Longitudinal Irlandés sobre el Envejecimiento (TILDA) en el Trinity College de Dublín investiga tres medidas diferentes de obesidad. El equipo consideró el índice de masa corporal (IMC), la relación cintura-cadera y la circunferencia de la cintura, así como la actividad física, en adultos mayores de 50 años.
El flujo sanguíneo cerebral se midió utilizando técnicas de análisis y escaneo de resonancia magnética. Los hallazgos revelan que el sobrepeso o la obesidad están asociados respecto a un suministro reducido de sangre al cerebro.
Se sabe que el flujo sanguíneo cerebral disminuye con la edad. Sin embargo, el estudio demostró que la influencia negativa de la obesidad en el flujo sanguíneo cerebral es mayor que la de la edad en sí misma. No obstante, la actividad física ayuda a anular los efectos negativos de la obesidad en el flujo sanguíneo cerebral.
Por otro lado, se detectó que +1 cm de aumento en el tamaño de la cintura se relaciona con la misma reducción en el flujo sanguíneo cerebral que +1 año de edad. De igual manera, los niveles más altos de actividad física modifican las asociaciones entre la reducción del flujo sanguíneo cerebral y la obesidad.
Más actividad física
Por eso, los especialistas recomiendan realizar actividad física al menos de una hora y media a dos horas a lo largo del día, que requieran un esfuerzo moderado o hagan que uno respire más de lo normal, como caminar rápido o andar en bicicleta.
De hecho, cualquier aumento en la actividad física debería ayudar a mantener y potencialmente mejorar el flujo sanguíneo cerebral. Dicha información es de gran interés dado que la reducción del flujo sanguíneo en el cerebro, o “hipoperfusión cerebral”, es un mecanismo temprano en la demencia vascular y la enfermedad de Alzheimer.