La NASA tenía en su mira hace tiempo a Titán y por fin el jueves pasado anunció que la próxima misión a Titán será Dragonfly ,(libélula en inglés) un helicóptero diseñado para surcar los cielos de la peculiar Luna de Saturno. Si todo va según lo planeado, Dragonfly se lanzará en el 2026 y aterrizará en Titán ocho años después, en el 2034. Luego, la sonda pasará al menos 2 años y medio volando alrededor de esta luna realizando dos docenas de vuelos los cuales cubrirán un total de aproximadamente 180 km, casi el doble de la distancia recorrida hasta la fecha por todos los vehículos de Marte combinados.
El helicóptero viajará hacia Titán dentro de un escudo térmico de 3.7 metros de diámetro del cual se desprenderá para luego emprender su vuelo. Aunque se publicita como un dron, y que volará por Titán como si fuera un drone de la Tierra, Dragonfly será en realidad un laboratorio que permanecerá el 99% de su misión en la superficie. Esta es la primera vez que la NASA volará un vehículo de múltiples rotores que se dedique a la investigación científica en otro lugar que no sea la Tierra. El vehículo tendrá 3 metros de largo y ocho rotores y recolectará una variedad de datos en cada una de sus paradas.
Primero aterrizará en los campos de dunas ecuatoriales «Shangri-La», que son increíblemente similares a las dunas lineales de Namibia en el sur de África y que ofrecen una variada ubicación para recolectar muestras. El helicóptero explorará esta región en vuelos cortos, acumulando una serie de vuelos más largos de hasta 8 kilómetros, deteniéndose en el camino para tomar muestras de áreas atractivas con geografía diversa.
El objetivo principal de la misión es estudiar en detalle la química de Titán para comprobar si sus mares de hidrocarburos podrían albergar formas de vida exóticas. El Dragonfly aprovechará la densa atmósfera de Titán, que es cuatro veces más densa que la de la Tierra, para volar lo más que pueda. Luego que analice la composición de diversos sitios, se abrirá camino hacia el cráter Selk. Según la NASA, Selk , un crater de 80 km de ancho, es un lugar particularmente bueno para estudiar química prebiótica y buscar signos de vida. Esto se debe a que hay evidencia de que los tres ingredientes necesarios para la vida tal como la conocemos (agua líquida, moléculas orgánicas y energía) se mezclaron durante el impacto que creó ese cráter.
Sin lugar a duda son tiempos emocionantes para la exploración espacial.
Fuente: Space.com