La evidencia más antigua de vida en la Tierra nos está ayudando a buscar vida en Marte

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La evidencia más antigua de vida en la Tierra nos está ayudando a buscar vida en Marte

(James St. John/Flickr, CC BY 2.0)

Encontrar los rastros de los primeros seres vivos no es tarea sencilla, hay que mirar bien para no confundir la evidencia de vida con un pedazo de piedra. Los debates, sobre si son o no son, a veces nunca terminan. Ahora, un equipo de investigadores decidió estudiar unas conformaciones rocosas encontradas en Australia Occidental, que datan de 3480 millones de años. Se cree que podrían ser restos fosilizados pero es difícil confirmarlo.

No obstante, el análisis, publicado en GeoScience World, proporciona una fuerte evidencia de que estas formaciones son realmente de origen biológico y no el resultado de procesos geológicos.

«Si un arqueólogo descubriera los cimientos de una ciudad en ruinas, sabría que fue construida por personas, debido a sus marcadas características: puertas, caminos y ladrillos», explica el paleontólogo Keyron Hickman-Lewis del Museo Natural de Historia del Reino Unido. «De la misma manera, existen numerosos elementos estructurales integrales de los estromatolitos que nos permiten identificar sus procesos de formación y decodificar sus orígenes».

 

Estromatolitos

Estas formaciones rocosas se encuentran dispersas por todo el mundo. Consisten en rocas laminadas o finamente estratificadas que pueden producirse por capas mineralizadas de esteras microbianas o por reacciones químicas no vivas entre la roca y su entorno.

Actualmente, los estromatolitos de 3.430 millones de años de la formación Strelley Pool (también en Australia Occidental), son los rastros de vida más antiguos ampliamente aceptados en la Tierra. En este caso, Hickman-Lewis y sus colegas decidieron someter a los estromatolitos de 3480 millones de años de antigüedad de la Formación Dresser en Australia Occidental a un nuevo y riguroso estudio.

Tras emplear distintas técnicas avanzadas, los resultados no indicaban la presencia de microfósiles o materiales orgánicos. Sin embargo, sí mostraron estructuras y características consistentes con un origen biológico.

El equipo concluyó que se trataban de esteras microbianas fotosintéticas que prosperaban en el suelo de una laguna marina poco profunda. A medida que el sedimento se asentaba en las esteras, los microbios empujaban hacia arriba, acercándose a la luz del sol para formar estructuras de cúpula. Estas formas fueron las que se conservaron en el fósil.

 

Análogos marcianos

Los hallazgos constituyen una fuerte evidencia a favor del origen biológico de estas antiguas capas de roca, convirtiéndolas en la evidencia más antigua de vida en la Tierra. Lo cual, aseguran los científicos, tendría implicancias en la búsqueda de vida más allá de la Tierra.

Por ejemplo, si consideramos que cuando la Formación Dresser era una laguna poco profunda el cráter Jezero en Marte era un entorno muy similar, entonces es posible que la vida estuviera surgiendo en Marte al mismo tiempo. Identificar vida fosilizada de una edad y entorno similar aquí en la Tierra nos ayudaría a identificar tales fósiles en Marte, si es que el rover Perseverance encuentra alguno.

«Su entorno paleodeposicional, biología poliextremófila y tafonomía los convierten en firmas biológicas análogas ideales para Marte, lo que refleja el tipo de fósiles morfológicos que uno podría esperar encontrar en los carbonatos alterados del Noeico«.