Hace unos 900 000 años, nuestros antepasados en lo que hoy es España empezaron a usar herramientas de piedra mucho más avanzadas. Este salto tecnológico ocurrió en El Barranc de la Boella, en el noreste del país.
El antropólogo Diego Lombao, de la Universidad de Santiago de Compostela, descubrió estas herramientas, que representan el primer ejemplo conocido en Europa de técnicas avanzadas para tallar piedra. Estas herramientas son anteriores a la separación evolutiva entre los humanos modernos y los neandertales.
Lo interesante es cómo trabajaban estas herramientas. Los artesanos de la época seguían una secuencia común, casi como si usaran una plantilla para lograr herramientas consistentes y funcionales. Además, producían herramientas más grandes y específicas para diferentes tareas.
«Esto demuestra un nivel sofisticado de planificación y previsión», explica Lombao. Estos antiguos humanos no solo improvisaban; sabían lo que querían lograr antes de empezar a trabajar.
Las herramientas más antiguas, conocidas como Oldowan o Modo 1, aparecieron hace unos 3 millones de años en África. Eran simples: golpeaban una piedra contra otra para hacer bordes afilados. Pero las herramientas del Modo 2, como las que descubrió Lombao, llevaban este proceso a otro nivel.
Estas nuevas herramientas, como las hachas de mano achelenses, eran más refinadas y simétricas. Los artesanos usaban materiales como hueso o madera para perfeccionar los bordes y elegían diferentes piedras según el propósito: sílex para herramientas pequeñas y esquisto para las grandes.
El Barranc de la Boella destaca porque muestra cómo estos humanos ya no solo creaban herramientas útiles, sino que también pensaban en cómo optimizar recursos y planificar su trabajo. Sin embargo, hay pistas de que estas técnicas no se originaron allí.
Algunas de estas herramientas parecen haber llegado con migraciones, en lugar de desarrollarse localmente. Los investigadores creen que estas técnicas avanzadas podrían haberse difundido desde África, donde se usaban hace unos 1.4 millones de años, antes de llegar a Europa.
El sitio también comparte similitudes con otros lugares importantes, como Ubeidiya, en el Levante, lo que refuerza la idea de un origen común en África y su posterior expansión.
Lo que hace especial este descubrimiento es lo que dice sobre la mente humana de esa época. Estas herramientas no solo eran funcionales; requerían un modelo mental, con previsión y planificación, para crearlas.
«Este hallazgo muestra que la innovación tecnológica no fue un salto brusco, sino un proceso gradual, con oleadas de migración y nuevas ideas llegando a Europa», comenta Lombao.
Unos 300 000 años después, nuestros ancestros darían otro salto tecnológico, comenzando la cultura acumulativa que seguimos expandiendo hoy. Esta investigación fue publicada en el Journal of Paleolithic Archaeology.