La evolución tiene formas contraintuitivas de manifestarse. Como prueba de ello tenemos al extraño celacanto (Latimeria chalumnae), un pez que se creía extinto hace 65 millones de años. El presente estudio publicado en Molecular Biology and Evolution encontró que esta especie no es un “fósil viviente” a pesar de su apariencia.
Nueva evidencia genética muestra que el celacanto ha experimentado una evolución oculta, pero generalizada, a nivel genético. El depredador de 2 metros de largo y de aguas profundas secuestró genes de otras especies para conseguir este hecho.
Genes “saltarines”
Isaac Yellan, genetista molecular de la Universidad de Toronto, encontró inesperadamente que el celacanto tiene muchas variaciones de un gen llamado CGGBP1. Descubrimiento que hizo mientras buscaba en bases de datos genéticas la versión ancestral de un gen humano involucrado en la regulación genética.
Aún más inusual, estas diferentes variaciones de los genes CGGBP no compartían un ancestro común entre sí. Esto sugiere que en algunos puntos hace alrededor de 10 millones de años, 62 de estos genes fueron robados por el celacanto de otras especies no relacionadas, a través de la transferencia horizontal de genes.
Estos genes, con su capacidad de “saltar” entre genomas virus, se conocen como transposones. Si saltan al lugar correcto del genoma, la maquinaria celular los copiará como cualquier otro gen. No obstante, también pueden saltar al lugar equivocado, donde consiguen ser dañinos y, por lo tanto, se les consideran parásitos.
Aun así, de vez en cuando, es probable que terminen en una posición útil para su huésped y pierdan su capacidad para saltar. En este caso, a veces se conservan en su nuevo lugar en el genoma, lo cual parece haber sucedido en el celacanto, en varias ocasiones.
Si bien es común encontrar transposones en muchas especies, lo inusual es encontrar tantos. Experimentos de probeta y un modelado por computadora demostraron al menos 8 de las proteínas que dichos genes codifican para unirse a distintas secuencias repetidas de ADN. Esto sugiere que, como la versión humana, están involucradas en la regulación de genes. Algunos de ellos solo se expresan en tejidos específicos.
Ayudando a entender misterios evolutivos
El celacanto tiene aletas lobuladas en forma de patas y se relaciona más con nosotros y con los peces pulmonados, que con otros tipos de peces. Tener un ancestro compartido muy lejano significa que el genoma del celacanto tiene el potencial de ayudarnos a desentrañar muchos misterios sobre nuestra propia evolución.
Desafortunadamente, estos peces rara vez se ven y se encuentran en peligro, de forma que las oportunidades para estudiarlos son limitadas. Sin embargo, la información que tenemos de ellos resulta ser bastante fructífera.
Los genes del celacanto han demostrado que los transposones potencialmente juegan un papel más importante de lo que creemos en la evolución de los tetrápodos. Esta reliquia viviente capturada accidentalmente en una red de arrastre frente a la costa de Sudáfrica en 1938 nos está ayudando a entender la evolución.