Científicos diseñan FAIRY, un robot similar a las ligeras semillas de un diente de león con la intención de mitigar la pérdida de insectos polinizadores. La increíble investigación se publicó en Advanced Science.
Ligeros como el viento
FAIRY no es un hada, es el primer robot volador basado en materiales blandos fotosensibles. Su nombre es la abreviatura de Flying Aero-robots based on Light Responsive Materials Assembly, y pesa apenas 1,2 miligramos.
Los creadores de FAIRY esperan usar el robot para mitigar la pérdida de polarizadores, ya que está inspirado en las semillas de los dientes de león, siendo tan ligero que puede dispersarse a grandes distancias. Y como ocurre en la naturaleza, la luz le permite al pequeño robot elevarse por los aires y controlar la extensión de sus cerdas.
Además, FAIRY tiene un diseño muy poroso que lo ayuda a volar y es capaz de crear su propio anillo de vórtice, al igual que la semilla del diente de león. Eso fortalece su aerodinámica y asegura los viajes largos sin soporte adicional.
«El FAIRY puede ser alimentado y controlado por una fuente de luz, como un rayo láser o un LED. Parece ciencia ficción, pero los experimentos de prueba de concepto incluidos en nuestra investigación muestran que el robot que hemos desarrollado proporciona un paso importante hacia aplicaciones realistas adecuadas para la polinización artificial», declaró Hao Zeng, experto en robótica de la Universidad de Tampere en Finlandia.
Cinco años de pruebas
Las semillas de diente de león pueden viajar diez, a veces hasta 100 kilómetros en condiciones cálidas, secas y ventosas gracias a su ingenioso diseño. Sin necesidad de batería ni fuente de alimentación directa, estos bots FAIRY podrían hacer lo mismo. Aun así, hay cierto nivel de control en el viento, ya que la forma de la máquina voladora se ajusta similar a la vela de un barco.
Zeng y sus colegas han probado el bot enfrentándolo a túneles de viento y bajo luces láser para que, llegado el momento, millones de estas «semillas» artificiales puedan cargar polen y trasportarlo hacia las plantas que necesiten ser polinizadas.
De momento, continúan probando el robot para precisar su aterrizaje, considerando las superficies y texturas. Asimismo, les interesa que FAIRY sea biodegradable, pues no pretenden llenar de microbots el medio ambiente.
«Esto tendría un gran impacto en la agricultura a nivel mundial, ya que la pérdida de polinizadores debido al calentamiento global se ha convertido en una grave amenaza para la biodiversidad y la producción de alimentos», indica Zeng.
El proyecto continuará en fases de pruebas hasta agosto del 2026, cuando cumpliría 5 años; para lo cual se espera que FAIRY haya superado todas las pruebas y sea factible su liberación.