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Estudios con muestras fecales revela el colapso de una civilización antigua a causa del cambio climático

(WikimediaCommons)

Las heces dejadas por seres vivos en el pasado, pueden ser de gran utilidad para la ciencia. Un nuevo estudio analizó los excrementos dejados por una civilización maya centroamericana y encontró que el tamaño de esta comunidad varió significativamente en respuesta a cambios en el clima. La investigación se publicó en Quaternary Science Reviews.

Los científicos canadienses identificaron cuatro períodos distintos de cambio de tamaño de la población como una reacción a períodos particularmente secos o particularmente húmedos. Estos cambios no habían sido documentados antes: 1350-950 a. EC., 400-210 a. EC., 90-280 d. EC. y 730-900 d. EC.

Además, las pilas de heces aplanadas muestran que la ciudad de Itzán (actual Guatemala) ya estaba habitada unos 650 años antes de lo que indicaba la evidencia arqueológica. Esta es una muestra de la amplia información que se consigue del estiércol humano.

«Las tierras bajas mayas no son muy buenas para preservar edificios y otros registros de la vida humana debido al ambiente de bosque tropical», señala el biogeoquímico Benjamin Keenan, de la Universidad McGill. Los rastros fecales, por otro lado, parecen ser una novedosa herramienta arqueológica.

Estanoles fecales

Este estudio utiliza un método de análisis relativamente nuevo basado en estanoles fecales. Éstas son moléculas orgánicas en las heces humanas (y animales) que se conservan en capas de sedimentos debajo de lagos y ríos, a veces durante miles de años.

Las concentraciones de estos estanoles a lo largo del tiempo pueden dar a los investigadores pistas sobre cambios poblacionales que en algunos casos se respaldan con otros registros históricos. Hasta ahora, se ha demostrado que los estanoles son indicadores precisos de cuántas personas vivían en un lugar determinado en un momento determinado.

En el nuevo trabajo, los estanoles se extrajeron de un lago cerca del sitio de Itzán. Luego, los autores cotejaron la información con lo que ya se sabe sobre el área durante los últimos miles de años, basándose en descubrimientos de excavaciones arqueológicas tradicionales.

Posteriormente, esos hallazgos se compararon con datos climáticos históricos, incluida la evidencia de precipitación y los niveles de polen (que indica la cubierta vegetal) sobrantes en el registro geológico. Se detectaron algunas correlaciones, pero también algunos nuevos cambios de población en las antiguas capas de restos de excrementos.

«Es importante para la sociedad en general saber que hubieron civilizaciones antes de nosotros que se vieron afectadas y adaptadas al cambio climático«, dice el biogeoquímico Peter Douglas, de la Universidad McGill.

La llegada de los europeos

De igual forma tuvieron la posibilidad de usar el registro fecal para identificar un aumento de población alrededor del momento del ataque español de 1697 EC al último bastión maya en un área vecina. El equipo presume que el conflicto originó un movimiento de refugiados de guerra, del cual los historiadores no tienen documentación alguna.

Asimismo, existen puntos en los que las épocas de alta población conocida en Itzán no coinciden con el volumen de estanoles fecales recuperados. Los investigadores piensan que se debe a que esta comunidad maya utilizó los excrementos humanos como fertilizante para cultivos.

Toda esta valiosa información se ha obtenido analizando los restos de heces que se preservaron desde hace miles de años. Lo cual nos muestra al presente método de análisis como una parte útil del conjunto de herramientas científicas cuando se trata de rastrear los cambios poblacionales en las antiguas civilizaciones.

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