Las tuátaras son únicas, y esta no es una exageración. Este curioso reptil de Nueva Zelanda no solo tiene un tercer ojo, sino que también es una extraña mezcla de ave, lagarto y hasta mamífero. Ahora, según una investigación publicada en Nature, esta curiosa especie será sola en su rama evolutiva.
Extraños animales
Para el ojo poco entrenado, la tuátara (Sphenodon punctatus) no es muy distinta de un lagarto. Sin embargo, esta criatura nocturna puede vivir un siglo, soportar temperaturas muy frías, contener la respiración hasta una hora y ver la luz de un tercer ‘ojo parietal’ en sus cabezas. Nada en la Tierra se le parece.
Hoy, los parientes más cercanos de la especie son serpientes y lagartos, pero están demasiado alejadas. Su antepasado común en realidad se remonta a unos 250 millones de años. A lo largo de ese tiempo, las tuátaras han seguido siendo los únicos miembros de la arcaica orden reptil conocida como Rhynchocephalia.
“Esta especie representa un vínculo importante con los reptiles madre ahora extintos de los que evolucionaron los dinosaurios, los reptiles modernos, las aves y los mamíferos y, por lo tanto, es importante para nuestra comprensión de la evolución del amniote”, escribe el equipo de investigación.
La tuátara conserva características de los animales antiguos y extintos de los que evolucionaron todos estos grupos. Los investigadores que secuenciaron su genoma señalan que esta especie es el reptil de evolución más lenta hasta ahora analizado, más que cualquier otro lagarto o serpiente.
El estudio
Aun así, la tuátara sigue dando sorpresas. Según el estudio liderado por el biólogo David Adelson de la Universidad de Adelaide, la arquitectura genómica del animal es diferente a todo lo informado anteriormente.
Según la nueva secuenciación del genoma completo del tuatara, parece que esta extraña criatura no es un lagarto, pájaro ni mamífero. Más bien, es una extraña fusión de los tres. Este genoma es uno de los más grandes registrados y un 50% más grande que el genoma humano.
“El genoma de tuatara contenía aproximadamente un 4% de genes saltarines que son comunes en reptiles, aproximadamente un 10% común en monotremas (ornitorrinco y equidna) y menos del 1% común en mamíferos placentarios como los humanos”, dijo Adelson.
“Esta fue una observación muy inusual e indicó que el genoma del tuatara es una combinación extraña de componentes tanto de mamíferos como de reptiles [incluidas las aves]”, agregó el científico.
Bajo riesgo
Lamentablemente, aunque la cantidad de individuos de la especie está bien ahora (las tuátaras están protegidas en Nueva Zelanda), el cambio climático podría ponerlas en riesgo. Su futura reproducción depende en gran medida de la temperatura de los huevos, y el calentamiento global podría provocar el nacimiento de demasiados machos, lo que provocaría un desequilibrio en el ciclo reproductivo.
Los autores del nuevo estudio dicen que las tuátaras “siguen en peligro debido a su distribución altamente restringida, las amenazas impuestas por las enfermedades y los cambios en la proporción de sexos inducidos por el cambio climático que podrían afectar notablemente su supervivencia”.