Skye es la isla más grande de Escocia. Tiene una peculiar historia, llena de invasiones, batallas sangrientas y clanes reclamando el territorio. Aunque ello ha quedado en el pasado, hoy, la también conocida como «Isla de las Hadas», hace historia nuevamente: fue el hogar del pterosaurio jurásico más grande jamás registrado.
La isla alada
Se trata de Dearc sgiathanach (jark ski-an-ach), descubierto en 2017, cuando la marea baja reveló sus restos entre las rocas. Desde entonces, la recolección de los restos implicó una serie de acontecimientos tan fantásticos como las historias que se tejen alrededor de la isla. Los investigadores participantes en la excavación tuvieron que cortar los trozos del pterosaurio con sierras de punta de diamante y, entre otras dificultades, debieron enfrentarse a la marea que, sin consideración por el trabajo de los hombres, casi se lleva los huesos.
Cuando D. sgiathanach vivía, hace entre 201,3 millones a 145 millones de años en el Jurásico, habría lucido una envergadura de más de 2,5 metros de largo, un tamaño salvaje para un pterosaurio de tal periodo.
Por aquel entonces, el área que ahora es Escocia, era húmeda y tenía aguas cálidas, donde el pterosaurio probablemente se alimentaba de peces y calamares gracias a sus colmillos afilados y dientes bien definidos.
El nombre «pterosaurio» a menudo causa confusión y se piensa que se trata de un dinosaurio, pero no lo es. Los pterosaurios fueron los primeros vertebrados conocidos que desarrollaron un vuelo propulsado, unos 50 millones de años antes que las aves.
Huesos frágiles
Para alcanzar los cielos, los pterosaurios necesitaban huesos ligeros y delicados, como los huesos esponjosos de las aves modernas. Esta característica, aunque ventajosa para dominar el aire, impide que los restos fosilicen bien.
«… los pterosaurios tenían huesos huecos con paredes óseas delgadas, lo que hacía que sus restos fueran increíblemente frágiles e incapaces de conservarse durante millones de años», comentó la investigadora principal del estudio, Natalia Jagielska, de la Universidad de Edimburgo.
Por ello, el hallazgo de D. sgiathanach es tan impresionante.
«Este esqueleto, con alrededor de 160 millones de años después de su muerte, permanece en una condición casi prístina, articulado [los huesos están en orden anatómico] y casi completo. Sus dientes afilados como para atrapar peces aún conservan una cubierta de esmalte brillante como si hubiese vivido hace apenas unas semanas«.
Un análisis del crecimiento óseo del pterosaurio reveló que no estaba completamente desarrollado. Entonces, aunque este individuo casi adulto tenía aproximadamente el tamaño de las aves voladoras más grandes de la actualidad, como el albatros errante (Diomedea exulans), es posible que un D. sgiathanach adulto haya tenido una envergadura mucho más larga.
Además, las tomografías computarizadas revelaron que D. sgiathanach tenía lóbulos ópticos grandes, por lo que quizá tuvo una visión excelente.
Sin duda, un ejemplar hermoso, en el pasado y ahora.