La luna Encélado de Saturno es uno de los principales lugares del Sistema Solar para que prospere la vida. Para confirmar esto, los humanos tendríamos que enviar una sonda robótica a sus profundidades… o quizás, no. Un equipo de investigadores sugiere que un orbitador podría recopilar evidencia sólida de vida en el helado satélite. La propuesta fue publicada en Planetary Science Journal.
Encélado se convirtió en un objetivo para la astrobiología luego que fuera visitada por la sonda Cassini en 2014. Esta identificó un gran océano debajo de la superficie y tomó muestras de agua de las erupciones a través de la corteza de hielo.
Cassini también analizó e identificó las moléculas orgánicas que constituyen la base de la vida en esas muestras de agua. Por otro lado, las erupciones expulsaron bastante metano, uno de los signos de vida más fiables.
De ahí que la NASA haya elaborado un gran plan para la próxima década, que consiste en enviar un módulo de aterrizaje con robots a Encélado. La intención de la agencia espacial es que el robot se sumerja bajo la capa de hielo en busca de posible vida extraterrestre.
Propuesta de misión
No obstante, una nueva investigación, dirigida por el científico planetario Régis Ferrière de la Universidad de Arizona, muestra que solo un orbitador es suficiente. Los orbitadores son económicos, fáciles de implementar y se pueden conseguir muchos años antes que el módulo de aterrizaje planeado y la robótica que lo acompaña.
La nueva nave espacial propuesta deberá estar equipada con instrumentos más avanzados que la vieja Cassini. A pesar de ello, realizaría el mismo trabajo que Cassini y tomaría muestras del flujo de aire o de las columnas de agua. Aunque también podría aterrizar para muestrear directamente sin la necesidad de transportar un robot.
La razón es que el exceso de metano encontrado por Cassini es suficiente para evocar imágenes de ecosistemas especiales que existen en agujeros hidrotermales. Los más conocidos son los sistemas hidrotermales en el fondo del mar en Hawái o el Polo Sur de la Tierra. Ambos lugares están llenos de vida a pesar de la oscuridad y la alta presión.
Los organismos que viven en esas condiciones son principalmente bacterias simples llamadas metanógenos, que proporcionan su propia energía incluso sin luz solar. Los metanógenos convierten el dihidrógeno y el CO2 en energía y liberan metano como subproducto.
Un análisis más detallado de las columnas de metano del océano subterráneo sería suficiente para calcular la biosfera de Encélado. Además, estos chorros pueden transportar células extraterrestres, cuyo trabajo consiste en utilizar herramientas analíticas más avanzadas para capturarlas.
Pero…
No todo será tan sencillo. La abundancia hipotética de células solo equivaldría a la biomasa de una sola ballena en el océano global de Encélado. “La biosfera del satélite puede ser muy escasa”, dice el biólogo evolutivo Antonin Affholder, ahora de la Universidad de Arizona.
Por eso, el equipo sugiere que los aminoácidos como la glicina servirían como una firma indirecta alternativa si las abundancias superan un cierto umbral. Aun con todo, todavía hay una buena posibilidad de que nunca encontremos suficientes moléculas orgánicas en las columnas. El misterio de si estamos solos en el universo podría continuar.