No se conoce su edad exacta pero se estima que lleva 14 mil años en la Tierra y, en cuanto a masa, es el organismo grande. Se llama Pando y es un grupo de 43 hectáreas de clones de álamos temblón. Su nombre científico, Populus tremuloides, es casi un poema, pues hace referencia a sus pequeñas hojas que tiemblan con la más mínima brisa, revoleteando como mariposas. Además, «Pando» en latín significa «me expando» y sí que lo hace: 47,000 tallos genéticamente idénticos surgen de una red de raíces interconectadas.
La formación de estas redes clonales es común en los álamos pero Pando es un caso particular por su tamaño. La mayoría de los rodales de álamo temblón clonal en América del Norte son mucho más pequeños, y los del oeste de los Estados Unidos tienen en promedio solo 1 hectárea.
Pando, a lo largo de su vida, ha sido el hogar de otras 68 especies de plantas y animales. Por lo tanto, si su vida corriese peligro, desencadenaría una serie de eventos dañinos para los otros organismos que forman parte del milenario ecosistema. De hecho, esto no es solo una hipótesis; Pando está en peligro de desaparecer debido a varios factores.
Los riesgos
Hasta hace algún tiempo las manadas de lobos y pumas se mantenían saludables pero su número se ha visto drásticamente reducido. Estos depredadores, como todos los demás, son importantes para mantener el equilibrio de los ecosistemas. Con su desaparición, los ciervos y alces han aumentado muchísimo y tienden a congregarse en Pando, ya que la protección estatal que recibe el bosque significa que no están en peligro de ser cazados allí. Por ello, el pastoreo excesivo de ciervos y alces es una de las mayores preocupaciones.
Cuando los árboles más viejos del rodal de clones de álamos mueren, permiten la entrada de luz hasta el suelo y los nuevos tallos clonales comienzan a crecer abrigados por los rayos de sol. Sin embargo, los alces y ciervos devoran las ramas y hojas de los álamos aún en formación, generando la muerte de los árboles. Esto significa que en grandes porciones de Pando hay poco crecimiento nuevo.
Por otro lado, las enfermedades amenazan a los troncos más maduros. Principalmente tres: cancro de corteza de hollín, mancha foliar y conk fúngico. Los álamos temblones han sobrevivido a las enfermedades por miles de años pero, dado que hay una falta de crecimiento nuevo se desconoce cuál podría ser el efecto a largo plazo en el ecosistema.
Hay esperanza
A la lista de amenazas se suma, por supuesto, el cambio climático. Richard E. Walton, biólogo de la Universidad Newcastle, explica en The Conversation que Pando surgió justo después de la última edad de hielo y desde entonces se ha enfrentado a un clima en gran parte estable. Además, habita una región alpina rodeada de desierto, por lo que no es ajeno a las temperaturas cálidas o a la sequía. Él advierte que el cambio climático amenaza el tamaño y la vida útil del árbol, así como todo el ecosistema que alberga.
No obstante, Pando es resistente y ya ha sobrevivido a cambios ambientales, especialmente cuando los colonos europeos comenzaron a habitar el área en el siglo XIX. Ha lidiado con enfermedades, incendios forestales, pastoreo, y aun así sigue siendo el organismo científicamente documentado más grande del mundo.
Para Walton, hay esperanza a pesar de todos los motivos de preocupación, ya que científicos están contribuyendo a descubrir los secretos de la capacidad de recuperación de Pando. De igual forma, los grupos conservacionistas y el servicio forestal de EE. UU. están trabajando para proteger al árbol y su ecosistema asociado.