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El microbioma del semen podría influir en la salud y fertilidad de los espermatozoides

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Cuando afirmamos que nuestro cuerpo alberga numerosos microorganismos no estamos bromeando. Cada rincón de nuestro cuerpo puede ser colonizado por bacterias y otros habitantes microscópicos, incluyendo los fluidos, como el semen. Sí, el microbioma del semen existe y podría incidir en la fertilidad masculina.

 

Recogiendo bacterias

Durante la mayor parte de su trayecto desde los testículos, los espermatozoides y su envoltura protectora de fluidos seminales suelen carecer de bacterias. No obstante, una vez que atraviesan áreas pobladas de microbios en el extremo del pene, recogen algunas bacterias. Albergar estas bacterias podría tener un impacto en la salud y movilidad de los espermatozoides, según sugieren investigadores de la Universidad de California.

Al igual que con otros microbiomas, el equilibrio bacteriano es crucial para un semen saludable. Cuando ese equilibrio se ve alterado, los espermatozoides pueden resultar afectados. Los científicos que descubrieron esta conexión analizaron muestras de semen de 73 hombres cisgénero de 18 años o más, reclutados durante la búsqueda de una evaluación de fertilidad o una consulta de vasectomía después de haber tenido hijos.

El semen de los 27 hombres con anormalidades en la motilidad de los espermatozoides presentaba una mayor abundancia de una bacteria en particular, Lactobacillus iners, en comparación con los 46 hombres cuya motilidad espermática era normal.

Aunque L. iners es una bacteria común y esencial en el microbioma vaginal, cuando se perturba el equilibrio vaginal y esta bacteria aumenta, puede disminuir las tasas de fertilidad y propiciar la vaginosis bacteriana, infecciones de transmisión sexual y complicaciones en el embarazo.

 

Vínculo no concluyente

Los autores sugieren que L. iners también podría afectar directamente la fertilidad masculina, ya que selectivamente produce ácido L-láctico inflamatorio, que se ha vinculado con la reducción de la movilidad de los espermatozoides en algunas especies. Si bien no es una causa comprobada, esto explicaría los problemas observados en los espermatozoides de las muestras de semen con una alta carga de L. iners.

En el semen se identificaron tres especies de bacterias Pseudomonas, presentes tanto en concentraciones normales como anormales de espermatozoides. No obstante, en las 20 muestras con una concentración anormal, se observó que P. fluorescens y P. stutzeri eran más frecuentes, mientras que P. putida era menos prevalente en comparación con las 53 muestras con recuentos normales de espermatozoides.

Este hallazgo sugiere que incluso bacterias estrechamente relacionadas no siempre tienen la misma correlación con las medidas de fertilidad.

Es demasiado pronto para afirmar cómo todas estas diversas bacterias y la composición del microbioma del semen afectan a los espermatozoides y la fertilidad. La correlación entre los niveles bacterianos y las estadísticas de esperma podría deberse a algún factor completamente diferente que influya en ambos. El estudio no es concluyente, pero proporciona indicios que deben ser considerados en futuras investigaciones sobre reproducción.

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