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El descubrimiento del cráneo de un niño aviva el debate sobre los rituales de nuestros antepasados

(Wits University)

El descubrimiento de los fragmentos de cráneo de una especie humana extinta aviva el debate sobre las prácticas funerarias de nuestros antepasados.

Cuidar de los muertos

Entre otras cosas, el cuidado que los humanos le damos a nuestros muertos nos ha diferenciado de otros mamíferos muy cercanos a nosotros. El sistema de cuevas en el sur de África, Rising Star, representa dicho punto de inflexión: cuando los homínidos tomaron a sus muertos por primera vez y los escondieron. Hasta la fecha solo teníamos evidencia circunstancial de estos rituales, pero un nuevo descubrimiento podría aportar puntos a favor.

El reciente hallazgo consiste en las piezas de un cráneo perteneciente a un joven humano de la especie Homo naledi; especie de la cual desafortunadamente sabemos muy poco. Fue descubierta hace menos de 10 años, junto con más de 2000 fragmentos de huesos.

La zona en la que se encontraron los primeros huesos, denominada Cámara Dinaledi, no es de fácil acceso. Esto sugirió la posibilidad de que la colección de cadáveres haya sido de alguna manera depositada allí por miembros de su propio pueblo. Pero la comunidad científica no estaba del todo de acuerdo y, el paleoantropólogo Lee Berger dijo que «no estaba dispuesto a sacar conclusiones precipitadas».

El perdido

Esta vez, Berger y su equipo publicaron un nuevo estudio sobre los trozos del cráneo del joven al que llamaron Leti, que en setswana significa «el perdido». Como los especialistas desconocen acerca del desarrollo de esta especie solo han podido adivinar su edad, pero no pueden llegar a una conclusión. Sus dientes lo colocan en una categoría de «juvenil temprano». Sin embargo, su cerebro, estimado en aproximadamente 480 a 610 centímetros cúbicos de volumen, habría estado casi completamente desarrollado.

Por otro lado, es el lugar de descanso inusual de Leti el que continúa inspirando curiosidad. El niño fue encontrado dentro de un pasaje bastante estrecho, unos 12 metros más allá de la Cámara Dinaledi de apenas 15 centímetro de ancho y 80 centímetros de profundidad. ¿Cómo llegaron ahí? Por el momento solo tenemos el cráneo, lo que hace difícil llegar a cualquier conclusión sólida.

«El hallazgo del cráneo solo de un niño, en un lugar tan remoto dentro del sistema de cuevas, agrega misterio a cómo esta gran cantidad de restos llegó a ocupar dichos espacios oscuros y remotos del sistema de la cueva Rising Star», comenta Berger. «Es sólo otro acertijo entre los muchos que rodean a este fascinante pariente humano extinto».

Práctica milenaria y distintiva

Ante el debate sobre los rituales de nuestros antepasados, debemos tener la seguridad de que en algún momento de nuestro pasado los humanos adoptaron prácticas funerarias.

Por ejemplo, el reciente descubrimiento de un niño de tres años en una cueva del sur de Kenia que se remonta a 78.000 años, consiste en un cuerpo que fue enterrado deliberadamente. Con esto, queda claro que la práctica se remonta al menos a decenas, o sino a cientos de miles de años.

Aún con todo, las razones precisas y los métodos detrás de los primeros entierros podrían ser mucho más difíciles de extraer del registro fósil. Pero afortunadamente, los paleoatropólogos trabajan para contarnos más detalles de nuestra historia.

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