En el vasto Universo, al igual que en la famosa canción de Fito Paez: “todos giran y giran”. Desde los diminutos asteroides hasta los colosales agujeros negros, todo parece sumido en una danza perpetua de rotación. Curiosamente, el agujero negro que ocupa el centro de nuestra galaxia está girando a una velocidad cercana a su máximo absoluto.
Para comprender esta dinámica, conviene adentrarnos primero en el concepto de rotación. En el caso de los objetos terrestres, como la Tierra, la velocidad máxima de rotación está determinada por la gravedad que ejerce sobre su superficie.
Cuando nos encontramos en la Tierra, la sensación de peso que experimentamos es el resultado de la interacción entre la atracción gravitatoria del planeta y la fuerza centrífuga derivada de su rotación. Aunque su magnitud es minúscula, la fuerza centrífuga es responsable de una ligera disparidad de peso entre el ecuador y los polos terrestres. En el caso de nuestro planeta, esta discrepancia apenas asciende al 0,3%.
Sin embargo, en el caso de Saturno, cuyo periodo de rotación es de tan solo 10 horas, esta disparidad se incrementa significativamente al 19%. Si un planeta girara a tal velocidad que esta discrepancia llegara al 100%, las fuerzas gravitacionales y centrífugas se anularían mutuamente en su ecuador. Cualquier aumento adicional en su velocidad de rotación llevaría a la desintegración del planeta.
Agujeros giratorios
Los agujeros negros, por su parte, siguen reglas distintas, ya que carecen de una superficie física. Su característica distintiva es su inmensa fuerza gravitacional, que deforma el tejido mismo del espacio y el tiempo que los rodea.
El horizonte de sucesos es el punto más allá del cual nada puede escapar de su alcance, pero no es un límite tangible. La rotación de un agujero negro no se debe al movimiento físico de la materia, sino a la torsión del espacio-tiempo en sus proximidades, un fenómeno conocido como arrastre de cuadros.
Este fenómeno establece los parámetros de rotación de los agujeros negros, cuantificando su giro mediante un valor ‘a’ que oscila entre cero (sin giro) y uno (giro máximo), según la relatividad general de Einstein.
El estudio
Investigaciones recientes han arrojado luz sobre la rotación del agujero negro supermasivo que reside en nuestra galaxia. Los científicos analizaron observaciones de radio y rayos X de este agujero negro para medir su giro.
La luz emitida por los materiales cercanos al agujero negro se distorsiona debido al efecto de arrastre del marco. Tras examinar la intensidad de la luz en diferentes longitudes de onda, se logró estimar su giro. Los hallazgos publicados en Monthly Notices of the Royal Astronomical Society fueron sorprendentes.
El valor ‘a’ del agujero negro galáctico osciló entre 0,84 y 0,96, lo que indica su rápida rotación. En su límite superior, gira casi a su velocidad máxima posible. Esto es incluso más rápido que el agujero negro en M87, con un valor ‘a’ entre 0,89 y 0,91.
El estudio proporciona información valiosa sobre las propiedades y el comportamiento de los agujeros negros supermasivos. Además, ayuda a los astrónomos a entender mejor la dinámica de estos objetos enigmáticos y su influencia en el entorno galáctico circundante.