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Dos neurocientíficos creen que la reconfiguración cerebral no es posible como se pensaba

Durante décadas, científicos han pensado y diseñado estudios que prueban la capacidad del cerebro humano para «reconfigurarse» después de un derrame cerebral, amputación o pérdida repentina de la audición y la visión. La evidencia apuntaba que nuestro cerebro tiene, de hecho, tal capacidad. Sin embargo, estos experimentos no serían evidencia concluyente de la reorganización cerebral, de acuerdo con los neurocientíficos Tamar Makin y John Krakauer.

«La idea de que nuestro cerebro tiene una capacidad asombrosa para reconfigurarse y reorganizarse es atractiva. Nos da esperanza y fascinación, especialmente cuando escuchamos historias extraordinarias», dice Krakauer.

«Esta idea va más allá de la simple adaptación o plasticidad: implica una reutilización total de regiones del cerebro. Pero si bien estas historias pueden ser ciertas, la explicación de lo que está sucediendo es, de hecho, errónea».

En su opinión, ninguno de los estudios clave cumple con la definición más estricta de reorganización cognitiva, donde una parte del cerebro generalmente dedicada a un tipo de cálculo se vuelve capaz de un tipo de cognición completamente diferente, marcado por un cambio en la función o el comportamiento.

«Concluimos que ninguno de los estudios canónicos que revisamos cumple de manera convincente estos criterios», escriben.

 

Revisando experimentos

Makin es profesora de neurociencia cognitiva en la Universidad de Cambridge y su investigación se centra en los límites de la neuroplasticidad en adultos con capacidades diferentes, como las personas con prótesis. Krakauer, por otro lado, se especializa en la rehabilitación de accidentes cerebrovasculares y ambos han sido testigos de los «cambios de comportamiento sorprendentes e impresionantes» que se pueden producir después de lesiones cerebrales.

En su artículo de revisión científica publicado en eLife, analizan los experimentos en el campo y tratan de darle una explicación a los resultados. Por ejemplo, abordan un estudio sobre aparente reorganización cognitiva en hurones recién nacidos publicado en el 2000.

En este experimento, las entradas neuronales de los ojos de los hurones se conectaron quirúrgicamente a la corteza auditiva del cerebro en lugar de a la corteza visual. A pesar de esta confusión, los hurones tuvieron algo de visión en un estudio de seguimiento. Las neuronas auditivas se habían reorganizado para realizar una nueva función.

Pero Makin y Krakauer explican que esto no se trata precisamente de reorganización pues el recableado quirúrgico en realidad no desafía al cerebro a cambiar sus funciones ya que el tipo de procesamiento realizado en la corteza visual podría ser similar al realizado por la corteza auditiva.

 

Nada milagroso

Con otros experimentos que involucran mamíferos pequeños como gatitos, los dos autores llegan a la misma conclusión: «si parece que una parte del cerebro está haciendo algo que nunca antes había hecho, podría ser simplemente una ilusión producida por el hecho de que no sabíamos que el cerebro tenía esa capacidad adicional en primer lugar.»

Los investigadores también dudan de que el cerebro «se haga cargo» de las neuronas que no se utilizan y las «reconecte» para realizar otras funciones.

«Si la corteza visual se reapropia para soportar nuevas funciones, entonces la restauración de la información visual será inútil (o al menos requerirá una reversión sustancial de la reorganización)», escriben los autores.

«Pero no es así. Los niños no sólo son capaces de percibir inmediatamente alguna información visual, sino que también muestran susceptibilidad a las ilusiones visuales».

Finalmente dicen: «muchas veces, la capacidad del cerebro para reconectarse se ha descrito como ‘milagrosa’, pero somos científicos, no creemos en la magia.»

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