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Detrás de quien comparte teorías de conspiración hay una fuerte necesidad de caos, sugiere estudio

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La inclinación a creer en teorías de conspiración y difundirlas puede llevar, en el mejor de los casos, a una risa seguida de una explicación, pero en el otro extremo, provocar graves daños. Según una nueva investigación, esta sería la intención de quienes propagan tales teorías.

 

La necesidad del caos

El deseo de perturbar el sistema político o sembrar el caos en la sociedad parece ser la motivación detrás de la divulgación de ideas conspirativas, independientemente de si el emisor realmente cree en lo que comparte. La propagación de desinformación motiva la investigación para comprender mejor el pensamiento conspirativo.

La politóloga de la Universidad de Carleton, Christina Farhart, junto con sus colegas, encuestó a 3.336 personas en Estados Unidos, distribuidas equitativamente en el espectro político. Investigaron por qué algunos eran más propensos a compartir teorías de conspiración. Las opciones eran: porque las creían, para alertar o debido a una necesidad de generar caos.

Como en investigaciones anteriores, el equipo encontró que la creencia en la conspiración es un factor determinante para compartir estas teorías en las redes sociales, las cuales a menudo surgen de inquietudes legítimas o insatisfacciones personales. Por otro lado, «alertar», es decir, resaltar los puntos en contra de un supuesto oponente, era el motivo menos frecuente.

 

«Tenemos que derribarlas [las instituciones] y empezar de nuevo»

Sin embargo, el motivo más influyente para los encuestados era la «necesidad de caos», sin importar si creían o no en tales teorías. «Algunos comparten para desafiar a sus rivales políticos, mientras que otros buscan desafiar todo el sistema político«, señalaron los investigadores.

Dado que se trata de un estudio observacional basado en respuestas autoinformadas, el equipo no puede atribuir directamente las motivaciones al acto de compartir. Aun así, consideraron varios factores que podrían influir en los resultados, como la orientación política, el nivel de confianza, edad, género, ingresos y origen étnico de los encuestados.

Aquellos que buscan el caos estaban más inclinados a coincidir con afirmaciones como: «No podemos solucionar los problemas de nuestras instituciones sociales, tenemos que derribarlas y empezar de nuevo«.

Esta motivación no siempre implica creer en lo compartido. Quienes buscan el caos se sienten justificados al difundir desinformación como una forma de ataque contra un sistema que no les funciona o simplemente para combatir el aburrimiento, como lo refleja su acuerdo con la declaración: «Necesito caos a mi alrededor; es demasiado aburrido si no pasa nada».

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