En 2019, el Departamento de Defensa de Estados Unidos lanzó una convocatoria para desarrollar un sistema que transforme desechos plásticos, como botellas y envoltorios, en productos útiles, como combustible y alimentos para tropas en zonas remotas o de desastre.
El proyecto, liderado por DARPA, buscaba un sistema compacto y de bajo consumo que pudiera ser transportado en un vehículo Humvee y que aprovechara el poder de microbios que se alimentan de plástico.
Ciencia ficción
Stephen Techtmann, microbiólogo de la Universidad Tecnológica de Michigan, lidera uno de los tres grupos financiados por DARPA. Aunque en un principio la idea parecía ciencia ficción, el proyecto ha avanzado a paso seguro.
El objetivo es utilizar microbios que descomponen el plástico para generar un polvo comestible, rico en nutrientes, que podría ser utilizado en situaciones de emergencia para alimentar a los soldados.
El sistema de Michigan Tech comienza con una trituradora que reduce el plástico a fragmentos pequeños, los cuales son tratados en reactores químicos para descomponerlos en compuestos reutilizables.
En el caso del PET, usado comúnmente en botellas de plástico, se convierte en un líquido que es consumido por una colonia de microbios. Estos microbios, tras alimentarse del plástico, son secados y convertidos en un polvo nutritivo que tiene un sabor similar a la levadura nutricional. Otros compuestos como el polietileno y polipropileno, pasan a otro reactor, donde están sujetos a mucho más calor y ausencia de oxígeno.
Aunque el proyecto muestra un potencial, los investigadores aún enfrentan retos, como asegurar que los microbios utilizados sean seguros para el consumo humano.
Actualmente, el equipo de Techtmann está realizando pruebas de toxicidad y espera enviar los resultados a la Administración de Alimentos y Medicamentos (FDA) para su revisión. A pesar de los avances, aún queda por superar la percepción pública sobre la idea de consumir alimentos derivados de desechos plásticos.
Otros proyectos
Además, este esfuerzo no es único. Otros países, como Finlandia y Corea, también están explorando el uso de microbios para crear alimentos sostenibles, aprovechando su capacidad para crecer con menos recursos que la agricultura convencional.
Sin embargo, queda por ver si estas innovaciones podrán integrarse en la alimentación general o si su uso se limitará a contextos específicos, como el militar o en situaciones de emergencia.