Debido al uso extendido del plástico, el resultado de su degradación ha llegado a todos los rincones del planeta, infiltrándose en la cadena alimentaria. Esta problemática ha generado un creciente número de estudios que confirman su presencia y efectos en los animales y en nuestro cuerpo.
Tal es el caso de una nueva investigación, publicada en Nanomaterials, que ha descubierto que los micro y nanoplásticos (MNP) pueden llegar al cerebro unas horas después de su ingestión, posiblemente debido a la forma en que otros químicos se adhieren a su superficie.
Este hallazgo es preocupante, ya que la presencia de estas partículas en el sistema nervioso central puede acarrear serios problemas de salud. Por ejemplo, inflamación, trastornos neurológicos y enfermedades neurodegenerativas, entre ellas el Alzheimer o el Parkinson. Así lo afirma el autor principal del estudio, el patólogo Lukas Kenner de la Universidad Médica de Viena.
Cruzando fronteras biológicas
La barrera hematoencefálica (BHE) es esencial para proteger al cerebro de sustancias dañinas. En el estudio realizado en ratones, se les administraron micro/nanoplásticos de poliestireno por vía oral y se les realizaron pruebas de absorción a corto plazo para determinar si las partículas podían penetrar la BHE.
Para confirmar que las partículas realmente eran capaces de acceder al cerebro, las etiquetaron con marcadores fluorescentes de poliestireno (un plástico común utilizado en el envasado de alimentos) en tres tamaños micrométricos.
«Para nuestra sorpresa, encontramos señales fluorescentes verdes específicas de tamaño nanométrico en el tejido cerebral de ratones expuestos a MNP después de solo dos horas», escriben los autores. «Solo las partículas de 0,293 micrómetros pudieron atravesar el tracto gastrointestinal y penetrar la barrera hematoencefálica».
Coronas
Antes que nada se debe aclarar que el plástico solo puede atravesar las barreras celulares del cuerpo en ciertas condiciones, que incluyen el tamaño de las partículas, la concentración y el tipo de célula.
Las partículas de plástico más pequeñas tienen una mayor relación área superficial/volumen, lo que las hace más reactivas y potencialmente peligrosas que los microplásticos más grandes. Se cree que esta reactividad permite que los pequeños trozos de plástico formen una capa duradera llamada corona al reunir otras moléculas a su alrededor.
Además, es importante señalar que los resultados del estudio se basan en ratones, por lo que no está claro si lo mismo ocurriría en seres humanos. Tampoco sabemos cuántas partículas de plástico son necesarias para causar daño. A pesar de estas limitaciones, conocer que las partículas de plástico recubiertas puedan atravesar la barrera hematoencefálica en un período tan corto de tiempo avanza la investigación en esta área.
Kenner señala la importancia de limitar la exposición a partículas microplásticas y nanoplásticas para minimizar su potencial daño para los seres humanos y el medio ambiente. A medida que se llevan a cabo más estudios sobre los efectos de los MNP, se deben tomar medidas para restringir su uso.