En las montañas de Etiopía, algo inesperado está sucediendo con el lobo etíope, también conocido como el lobo rojo. Este animal, normalmente un carnívoro estricto, fue captado lamiendo flores de Kniphofia foliosa para obtener su néctar. Lo sorprendente no es solo su gusto por el azúcar, sino que su hocico se llena de polen en el proceso, lo que sugiere que podría actuar como un polinizador, algo nunca antes visto en carnívoros grandes.
El descubrimiento fue realizado por un equipo liderado por Sandra Lai, ecóloga de la Universidad de Oxford, quien explica que, aunque los lobos visitan las flores y recogen mucho polen, todavía no está claro si realmente logran fertilizarlas. Sin embargo, si se confirma que son efectivos, el lobo etíope se uniría al reducido grupo de mamíferos no voladores que ayudan en la polinización, como zarigüeyas, musarañas y ciertos roedores.
A lo largo de años de trabajo de campo, Lai y su equipo observaron este comportamiento inusual. Para investigarlo mejor, rastrearon a seis lobos de distintas manadas durante varios días, documentando cómo un lobo podía visitar hasta 30 flores en una sola salida. Esto les llevó a sospechar que estos carnívoros, además de cazar roedores, disfrutan de un «postre» floral, lo que podría tener un impacto positivo en el ecosistema.
El biólogo Claudio Sillero, también de la Universidad de Oxford, compartió que inicialmente notó el dulce néctar de estas flores al ver a niños locales lamiéndolas. Después, él mismo probó el néctar y confirmó su sabor agradablemente dulce. Esto despertó su interés por entender por qué un carnívoro especializado como el lobo etíope incluiría flores en su dieta.
Las flores de Kniphofia foliosa, también conocidas como «atizadores al rojo vivo», son robustas y están diseñadas para resistir a animales grandes. Crecen en racimos en tallos que pueden alcanzar hasta un metro de altura, lo que facilita su acceso a los lobos. Casi el 90% de las plantas con flores en el mundo dependen de animales para su polinización, y este hallazgo sugiere que el papel de los polinizadores poco conocidos podría ser mayor de lo que se pensaba.
Hoy en día, el lobo etíope está al borde de la extinción, con menos de 500 ejemplares viviendo en estado salvaje. Es el carnívoro más amenazado de África, y habita únicamente en siete cadenas montañosas a más de 3000 metros de altitud. Se alimenta principalmente de roedores específicos de estas regiones, lo que lo hace un cazador muy especializado y, ahora, un potencial polinizador.
Genéticamente, este lobo es una rama antigua de los cánidos, vinculada a los lobos grises. Su aislamiento en estas remotas montañas ha contribuido a su singularidad y vulnerabilidad. Por eso, Lai y su equipo están ansiosos por confirmar si el lobo etíope realmente poliniza estas flores y si existe una relación evolutiva entre ambos.
Este hallazgo, publicado en la revista Ecology, subraya lo mucho que aún debemos aprender sobre esta especie única, que podría estar desempeñando un papel esencial en su ecosistema.