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Científico acuña término «pedos de árboles» para referirse a emisiones de gases de los bosques fantasmas

(Shutterstock)

Los árboles muertos son responsables de la quinta parte de los gases de efecto invernadero emitidos por los bosques fantasmas. El coautor de un reciente estudio, Marcelo Ardón, ha acuñado el término «pedos de árboles» para referirse al CO2 y metano que liberan los troncos sin vida. Y no, no es una broma.

Cazafantasmas

Melinda Martínez y Marcelo Ardón son dos ecólogos de la Universidad Estatal de Carolina del Norte, decididos a contabilizar los niveles de dióxido de carbono en el planeta. Para conseguir su objetivo deberán ir tras árboles sin vida, como cazafantasmas. Las señales espectrales que buscan son los «pedos de árboles».

Uno de los efectos del cambio climático y el aumento de la temperatura, es el incremento de los niveles del mar. A medida que el agua salada invade territorio costero, la cantidad de sal va convirtiendo a los bosques en humedales sin vida. Con el paso del tiempo, estos representan un sumidero de gases bastante sustancial, pues almacenan más CO2 que los bosques. Sin embargo, a corto plazo, los árboles dejan de absorber dióxido de carbono al morir y se convierten en una fuente importante de gases de efecto invernadero.

Entre el 2018 y el 2019, Martínez y Ardón recorrieron 5 bosques fantasmas en la península de Albermarle-Pamlico, «olfateando» dióxido de carbono, metano y óxido nitroso. Para medir las concentraciones de estos gases, tanto del suelo como de los árboles, utilizaron un analizador de gas portátil, muy útil en ese tipo de estudio.  Los suelos de los bosques emiten la mayor cantidad de gases en estos fantasmales sitios.

Martínez con el medidor portátil. (M. Ardón)

El verdadero terror

Los resultados arrojaban que cada metro cuadrado de suelo emitía una media de 416 miligramos de CO2; 5,9 miligramos de metano; y, 0,1 miligramos de óxido nitroso por hora. En contraste, los árboles muertos liberan alrededor de 116 miligramos de CO2; 0.3 miligramos de metano; y, 0.04 miligramos de óxido nitroso por metro cuadrado por hora, lo que totaliza aproximadamente una cuarta parte de las emisiones del suelo. Las cifras se publicaron en la revista Biogeochemistry.

Si comparamos estas emisiones con las de otras fuentes, como el gas emanado por el ganado vacuno, resultan minúsculas. Por ejemplo, una sola vaca puede emitir hasta 27 gramos de metano, un gas más potente que el CO2, por ahora. No obstante, esta contabilidad es sumamente necesaria, porque nos acerca a una imagen precisa y completa sobre las tasas de gases que calientan el planeta y de dónde provienen. «Tener en cuenta incluso las fuentes menores de carbono es importante para afinar nuestra comprensión del presupuesto global de carbono», señala Martínez

Medir los gases de efecto invernadero de los árboles es “una especie de medir el último aliento de estos bosques”, afirma Marcelo Ardón. El terror no proviene de espectros o historias de fantasmas, sino de cifras reales sobre la situación de nuestro planeta. En ese sentido, los pedos de los árboles deberían ser tomados con seriedad como un parámetro importante en el presupuesto de carbono del planeta.

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