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Ciempiés gigantes devoran polluelos de aves marinas para mantener el equilibrio de una isla australiana

(Luke Halpin)

Los ciempiés carnívoros gigantes en una isla del sur de Australia pueden matar y comer hasta 3.700 polluelos de aves marinas cada año, según reveló un nuevo estudio.

Pesadilla en la isla

A 140 kilómetros de la costa de Melbourne, en Australia, se ubica la isla Phillip, un pedazo de tierra deshabitado por humanos. Durante la noche, unos artrópodos se deslizan entre el suelo del bosque usando sus antenas como sensores, estos son unos ciempiés rojizos llamados Cormocephalus coynei. Miden casi 30 centímetros y son la pesadilla de pequeños vertebrados como geckos y eslizones.

Los también llamados ciempiés de la isla Phillip son animales feroces, revestidos de placas blindadas a lo largo de sus segmentos y armados con un potente veneno que paraliza a sus víctimas. Claro, a simple vista parecen atemorizantes para algunos, pero lo que realmente espanta es su dieta. El estudio muestra que al cazar y consumir miles de petreles de alas negras cada año, los ciempiés son los depredadores indiscutibles de la isla. Irónicamente, a pesar de su letalidad son una parte vital para el ecosistema isleño, según la investigación publicada en The American Naturalist.

Los petreles de alas negras (Pterodroma nigripennis) son aves marinas que construyen madrigueras en el suelo, por lo que sus polluelos son los principales objetivos del ciempiés. Este los ataca mientras descansan, raspando la carne de la parte posterior del cuello de los polluelos, inyectándolos con un veneno mortal y comiéndolos vivos cuando comienza la parálisis.

La cruda vida silvestre

Observando a los ciempiés mientras cazan y analizando las muestras de tejido y restos de sus víctimas, los investigadores estimaron que los ciempiés de la isla Phillip consumen aproximadamente de 2.109 a 3.724 polluelos de petreles cada año. «En cierto sentido, han ocupado el lugar (o nicho ecológico) de los mamíferos depredadores, que están ausentes en la isla», escribieron.

Sin embargo, aunque sea voraz y aterrador, el apetito del ciempiés es en realidad vital para el ecosistema de la isla. Mediante su alimentación transportan nutrientes del mar a la tierra, ya que los petreles se alimentan de organismos marinos. Así, los ciempiés son vitales para el crecimiento de la vegetación en la isla.

Aquí es cuando debemos darle crédito a los pequeños depredadores. La flora de la isla fue destruida cuando los humanos la transformaron en una colonia penal  en 1788. En ese entonces introdujeron cerdos, cabras y conejos que devoraron la vegetación a su paso.

Reconstruir la isla ha sido un proceso largo. A principios del siglo XX, se eliminaron los cerdos y las cabras. Desde la década de 1980, los esfuerzos de conservación del cercano Parque Nacional de la Isla Norfolk eliminaron los conejos restantes, lo que permitió recuperar a las poblaciones de aves marinas y ciempiés.

Ahora, los científicos han confirmado el valiosísimo papel de los ciempiés en el ecosistema de la isla Phillip; demostrando que la naturaleza puede ser cruel pero todos tienen su lugar en el ciclo de la vida.

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