¿Te imaginas tener un segundo pulgar en una de tus manos? Para responder esta pregunta, investigadores crearon un dedo robótico y lo probaron en la vida real. No solo eso, también analizaron la respuesta del cerebro. Los alucinantes resultados se encuentran publicados en Science Robotics.
Científicos del University College London (UCL) descubrieron que, en solo unos días, las personas que usaban el pulgar lograron operarlo de forma natural. Además, según las muestras de los escáneres neuronales, la presencia del dedo robótico en realidad cambió lo que estaba sucediendo en el cerebro. Cuando se retiró el apéndice, el cerebro siguió creyendo que estaba ahí.
Comprender este suceso es crucial para mejorar las relaciones de nuestro cuerpo con herramientas, dispositivos robóticos y prótesis. Si bien estos métodos de aumento pueden ser increíblemente útiles, debemos analizar su impacto en el cerebro.
“Nuestro estudio muestra que las personas pueden aprender rápidamente a controlar un dispositivo de aumento y usarlo para su beneficio, sin pensar demasiado”, afirmó la diseñadora de la investigación Dani Clode del UCL.
El experimento
El segundo pulgar ofrece dos grados de movimiento y se controla de forma inalámbrica mediante la presión de los dedos gordos del pie. El estudio reunió a 20 personas dispuestas a usar un pulgar adicional, y se les pidió que lo usaran 6 horas al día durante 5 días, tanto en tareas de entrenamiento preestablecidas como en el transcurso de su vida cotidiana.
Las rutinas fueron diseñadas para enseñarles cómo usar el dedo de forma intuitiva. Se centraron en el control motor, la coordinación y la destreza. Los voluntarios lograron usarlo incluso mientras estaban distraídos o con los ojos vendados, y reportaron un fuerte sentido de pertenencia.
El cerebro de algunos participantes fue analizado con resonancia magnética funcional antes y después de los experimentos, moviendo los dedos uno por uno en orden. Por razones de seguridad, no se utilizó el pulgar adicional en el escáner. La mano no portadora del dedo robótico fue usada para compararla y hacer el control respectivo.
Los escaneos mostraron que la representación cerebral de los dedos individuales de la mano con el pulgar adicional se había vuelto menos clara. Las imágenes que las áreas respectivas de actividad neuronal en la corteza sensoriomotora difuminaban entre sí.
“La evolución no nos ha preparado para usar una parte extra del cuerpo”, señala la neurocientífica Tamar Makin, de UCL. “Hemos descubierto que, para ampliar nuestras habilidades de formas nuevas e inesperadas, el cerebro necesitará adaptar la representación del cuerpo biológico”, añade.
Mirando al futuro
Los resultados obtenidos aquí son muy cercanos a lo que vemos en pianistas expertos. El entrenamiento a largo plazo conduce a cambios en la representación cerebral de los dedos, con menos distinción entre ellos.
Dicha relación deberá ser cada vez más investigada a medida que desarrollemos robótica y prótesis más avanzadas que aumenten lo que nuestros cuerpos pueden hacer. Conocer la respuesta del cerebro también será de mucha ayuda.
Esta línea de trabajo podría revolucionar el concepto de prótesis, y beneficiará a quienes de manera permanente o temporal solo pueden usar una mano. Pero para llegar allí, necesitamos continuar estudiando las complicadas e interdisciplinarias cuestiones sobre la interacción de estos dispositivos con nuestro cerebro.